lunes, 25 de febrero de 2008

El miedo se instala en el entorno zaragocista tras la derrota en Sevilla

La tormenta del pánico

Miedo. Las entretelas zaragociastas sufren la paralización del pánico y las piernas nos tiemblan como si las sacudiese el músculo acerado de Sansón. Escuché anoche las opiniones de varios profesionales de la información y en todas sus miradas pude leer el temor de los débiles. Yo también lo soy. Débil, digo. Porque están muy frescos todavía los recuerdos de esos interminables meses habitando los rincones del Hades y no hay nada peor que la memoria de la muerte.

Sentimos el aliento de la miseria soplando en nuestras nucas y sólo nos queda una salida, que es, exactamente, la que propone el Presidente Bandrés: apretar los dientes, compromiso hasta la carótida y esfuerzo sobrehumano sin esperar nada a cambio.


Me agrada escuchar sus palabras y pienso, porque ya lo pensé anteriormente, incluso hace mucho tiempo, que hacían falta más voces y menos silencios. La afición, todos nosotros, no sabemos vivir con los vacíos que ha provocado en nosotros tanta desinformación, tanta prudencia, tanta falta de verdad o tantas medias verdades, que a veces es mucho peor. Pero en fin, no es tiempo de lamento. Ha llegado la hora de los tambores retumbando por las praderas dispuestas a la batalla. Si se me permite la expresión, castiza como el sufrimiento que se avecina, me atrevo a proponer una idea: más cojones y menos millones. Es un cántico que yo ya creía sepultado. Pero ya qué más da. Total, he creído tantas cosas...

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