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Otra vez apartamos la bruma que la muerte nos propone. Una vez más tenemos que soportar la bofetada que la noche tiene guardada para golpear la sonrisa de la vida. De nuevo la tristeza saluda el lánguido atardecer. Daniel Jarque, el capitán del corazón perico, el vigoroso y bravo comandante del escudo blanquiazul recibió ayer el abrazo del adiós. Que su ausencia y la de tantos seres queridos cuyo aliento arrebata el vacío sea el viento que necesitamos para acoger el mañana de todos.
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