domingo, 11 de enero de 2009

Real Zaragoza, 1 - UD Salamanca, 0 (crónica del partido), por Juan A. Pérez Bello

La partitura del alivio
(por Juan Antonio Pérez-Bello)

El Real Zaragoza derrotó 1 - 0 a la UD Salamanca en partido correspondiente a la 19ª jornada del Campeonato Nacional de Liga de 2ª División. El gol lo logró Braulio.

Como en una de esos bailes de pueblo que tantos gustos y disgustos nos proporcionan en las fiestas mayores, uno ya sabe cuando va a ver a este Real Zaragoza en qué momento va a sona el pasodoble, cuándo toca el rock and roll y cuando llega el turno de los corridos mexicanos. Está tan escrito el guión que casi asusta que no se represente correctamente alguna de sus escenas. Tan fácil es ver jugar al Real Zaragoza.

Cuando alguien dice que "no sabemos a qué jugamos" no puedo por menos que mostrar mi desacuerdo. Los planteamientos de Marcelino son muy claros, aunque difícles de ser ejecutados. Hay que ser muy buen estudiante para interpretar la teoría con maestría. Si se logra, el objetivo se acerca; si nos atascamos, el fin se aleja. Y ayer, durante buena parte del partido, vivimos en el atasco, muy propio dadas las nieves caídas en las últimas horas.

La primera parte la UD Salamanca controló bien el partido, si bien no consiguió atemorizar al Real Zaragoza, que solventó bien cada una de las aproximaciones de los castellanos. Tan sólo un forzado remate que salió fuera llevó la inquietud a López Vallejo, que a lo largo de todo el partido no tuvo que actuar ni una sola vez para solucionar propuestas peligrosas. Sin embargo, los aragoneses, con no haber abierto la puerta del Cielo, llegaron a contar hasta con cuatro ocasiones que bien podrían haber significado gol. La más clara de ellas la tuvo Oliveira, que remató de cabeza completamente solo una jugada muy bonita llevada por Caffa por el extremo izquierdo. Y es que así es el fútbol: el Salamanca puso sentido, pero el Zaragoza jugó al fútbol, que no otra cosa es esto sino pretender introducir el balón entre los tres palos del contrario. Lo demás no sirve.

La segunda parte comenzó igual, pero si una cosa tenemos clara es que el Real Zaragoza está muy bien preparado físicamente y tiene recambios de garantís. Ambos argumentos fueron determinantes para llegar al último tramo del encuentro con posibilidades de ganarlo. Puede ue un epate hubiera sido un resultado justo, e incluso bien recibido habida cuenta lo que se había visto. Pero para eso, para romper lo que parece que va a ser, está el banquillo zaragocista que, una vez más, actuó como revulsivo. La salida de Zapater, sustituyendo a un desdibujado y tarjeteado Generelo, supuso un empujoncito físico al centro del campo, que desde ese momento se convirtió en un motorcito dicharachero que favoreció algunas jugadas de peligro. Después se lesionó Ewerthon y fue sustituído por Braulio, quien se convertiría en el héroe de la noche, aclamado por la afición, sobre todo después de lograr el gol de la victoria. La jugada fue muy bonita y sirvió para demostrarnos que este Real Zaragoza sí tiene fútbol, sí tiene calidad y cuando puede ejercerla, la noche es menos noche. Una combinación entre Jorge López, mucho más liberado de su corsé cuando juega más centrado, Gabi y Braulio sirvió para lograr ese gol que nos proporciona el liderto y nos convierte, de una manera efectiva, en el equipo más poderoso de la competición. Porque no es lo mismo visitar los campos como líder que como quinto o sexto, auneue estés a un punto del primero; porque no es lo mismo recibir a los rivales como líder que como quinto o sexto, aunque estés a un punto del primero.

No somos el equipo que mejor juega al fútbol. En muchos momentos de los partidos nos desesperamos. No nos reconocemos en esta filosofía y hasta renegamos del perfil que Marcelino nos ha proporcionado como equipo. Todo eso es verdad, pero no es menos ciero que estamos los primeros, que ya hemos avanzado mucho trecho y que aunque queda mucho, los demás ya se van creyendo de forma fehaciente quiénes somos. Sólo así, mostrando nuestro poder y nuestro desesperado anhelo de ascender seremos capaces de andar el camino de regreso a casa. A Primera.

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