sábado, 10 de enero de 2009

Dos horas antes del partido frente a la UD Salamanca

La lástima del triunfo
(por Juan Antonio Pérez-Bello)

Llevo unos cuantos días repasando la Historia del Real Zaragoza y estoy disfrutando mucho. No tanto por volver a gozar con los éxitos y volver a amargarme con los fracasos como porque estoy descubriendo que el pasado es un calco del presente y según podemos leer en tantos textos sagrados de distinta procedencia, todo es cíclico.

El Real Zaragoza ha vivido varios momentos gloriosos. A mí me gusta hablar, o escribir, de seis, pues los he vivido o, por lo menos, los he podido acompañar: los Magníficos, los Zaraguayos, los añorados 80 de Juan Señor, la Recopa, la era de Rojo y la última Copa conquistada en Montjuic. Han sido épocas o momentos que han dado brillo y melodías mágicas a nuestra existencia, pero de las seis, cinco comparten un denominador común: al cabo de poco tiempo, un tsunami en forma de desgracia arrasó el zaragocismo y arrastró al Real Zaragoza a Segunda División. Tansólo la época de Juan Señor se libra de la quema, pues tras lograr una Copa del Rey en 1986 no cayeron en ningún socavón que el destino hubiera dispuesto, excepción hecha de aquella trampa que fue la promoción y que milagrosamente logramos esquivar. Sin embargo, en el resto de los casos es como una maldición, como un mal de ojo bien "echao" por parte de algún ángel negro que fue expulsado de nuestro cielo y juró venganza eterna. Y la cumple.

Eso, que es así y así fue, es un dato histórico que mueve a reflexión. Parece como si no pudiéramos quitarnos los oropeles del triunfo sin quedarnos desnudos. es como si no hubiéramos aprendido a cambiar un traje por otro y en ese intermedio se nos castigase a deambular por las galerías oscuras de la 2ª División para pagar nuestro atrevimiento a ser grandes.

¿Que ganáis dos Copas y una Copa de ferias y os convertís en el equipo más guapo y gallardo de la Liga por encima de Madrides y Barcelonas? ¡Al pozo, que os habéis creído lo que no sois! ¿Que llegaís a ser subcampeones de Liga y le dais un estruendoso revolcón al Madrí, que recibe 6 goles 6 después de 22 años y superáis al Barça de Cruyff, pero cuando era jugador, que aún tiene más tela? ¡A la caverna, que esos humos os ciegan! ¿Que conquistáis una Recopa de Europa con un gol mágico que pasará a la Historia y volvéis loco al Barcelona de Cruyff, pero cuando era entrenador, y le metéis 6 goles 6 al equipo en el que jugaban Romario y Koeman y Zubi y Guardiola? ¡A las mazmorras, que las ratas necesitan compañía y estáis muy subiditos! ¿Que llegáis a la última jornada de la Liga con opciones de ganarla y, además, le habéis metido 5 goles 5 al Madrí en las mismas barbas de Bernabéu provocando una escatológica acidez en el estómago de Lorenzo Sanz, santón del merenguismo más rancio? ¡A galeras, que hacen falta remeros en las naves del Imperio y váis de guapitos de cara y hasta ahí podíamos llegar! ¿Que osáis arrebatarle una Copa del Rey al Madrí sideral cuando es un trofeo que anhelan más que un culé la muerte del oso y el madroño y le metéis 6 goles 6 al Madrí y 4 goles 4 al Barça en aquella Copa que perdimos pero que todo el zaragocismo sabe que merecimos ganar? ¡A Cuelgamuros, que hacen falta brazos de facinerosos para construir el mausoleo que glorifique al Caudillo!

Esta, amable, lector, es nuestra historia. Un recorrido salpicado de luces azules y negras sombras. Ahora, hoy, nos cobijamos bajo la penumbra de la noche de la 2ª División, pero hoy también va a ser el día en que el león zaragocista comience su resurgir. El rugido de su afición y el deseo de volver a ser de nuevo nosotros mismos hará que hoy venzamos a la UD Salamanca, un equipo, por cierto, que ha sido entrenado a lo largo de su historia por un aragonés, José Luis García Traid, allá por los años 70 y por un símbolo zaragocista, Lobo Diarte, a finales de los 90, pero que hoy no tiene que ser sino un leve obstáculo en ese camino que tan largo se nos hace, pero que es necesario cubrir: el camino de regreso a casa. A Primera.
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