jueves, 30 de octubre de 2008

Sangre, otoño, tú


El Real Zaragoza vive estos días la placidez del león saciado. Personas muy significadas del entorno del club se esfuerzan por bajarle los humos a este coloso blanquiazul que despierta temores por donde transita y es justo reconocer ese esfuerzo, pues se hace necesario darle un barniz de humildad y modestia a este equipo que está cumpliendo las expectativas antes de lo previsto.

Estos días es fácil escuchar palabras de complacencia, de satisfacción e incluso de esperanzas satisfechas, pero también es sencillo oír discursos de advertencia, palabras pidiendo prudencia y frases llamando a la calma. En todos los casos hay razones cargadas de sensatez para que así sea. Sin embargo, esto es fútbol, una actividad humana que nada tiene que ver con la razón, la lógica o el sentido común. El fútbol es emoción incendiada, sentimiento ardiente, latidos galopando sobre pechos henchidos de orgullo expuesto o espaldas desoladas por la derrota inesperada. El fútbol es un corcel joven, inexperto cuyo único deseo es cubrir su deseo temprano y hambriento. No hay verso que defina su universo, ni acorde que dibuje su pulso, ni color que avive la atmósfera que respira. El fútbol es el amante despechado que odia lo que ama y ama lo que perdió y por eso nada ni nadie podrá limpiar sus pulmones, hartos del grito vacío, vacío de puro harto.

Aquí, en Zaragoza, en Aragón, ha habido un gran equipo que ha cumplido los pasos adivinados por la Historia con fortuna divina y desdicha terrenal, pero eso no es argumento para sentirse grande ni para dolerse pequeño. Hoy, la única verdad es la que muestra Marcelino en la entrevista concedida al Diario Equipo: "El Real Zaragoza es un gran equipo que está en Segunda". Gran equipo, sí. En Segunda, sí. Por eso, lo importante es decirnos unos a otros que la lucha, el tesón, el esfuerzo, el dolor, el sufrimiento van a ser nuestros compañeros durante todo lo que queda de camino. El que nos ha de llevar a casa. A Primera.
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martes, 28 de octubre de 2008

También mi fatiga será tu descanso


La bondad de la victoria es como el abrazo de quien ama: confortable, gustoso, jugoso. Sabe a miel saberse victorioso y nada es suficiente argumento para nublar la alegría del triunfo. Poco importa que los errores sean siempre nuestros errores o que haya tantos defectos como deseos de vencer. No es relevante que el equipo muestre su cara más pobre cada cierto tiempo, pues los goles favorables son la medicina que el chamán ofrece a la tribu para calmar su ansiedad.

El Real Zaragoza propone una velocidad de crucero de campeón. Su renta goleadora, hercúlea e irresistible, y ahora su fortaleza en la portería, capaz de espantar el aullido del gol contrario gracias a un portero que surge de las simas de la sospecha para convertirse en héroe en tan sólo dosp artidos, son las dos armas de que dispone el equipo para destrozar a dentelladas la esperanza de cualquie aspirante a ocupar una de lastres plazas que, en realidad, son ods. Si todo sigue a este ritmo, seremos campeones. Si todo sigue a este ritmo, seremos líderes. Si todo sigue a este ritmo, los senderos, confusos y enredados a principios de verano, se tornarán uno solo, recto, llano y sencillo, todo a la vez, y presto a ser recorrido con rapidez para facilitar la vuelta a casa. A Primera.
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lunes, 27 de octubre de 2008

Tus pasos, como un páramo


Asoma este lunes con la carita pícara y la mirada diagonal de quien sabe que hay motivos para la sonrisa, por mucho que siempre haya razones para el discreto gesto temeroso. Será que todas la miradas confluyen en el portero, que estuvo grande, como uno lo recordaba en aquel partido entre el Real Zaragoza y el Recreativo de Huelva, cuando lo paró todo e incluso le sacó a Pablo Aimar una falta directa en la cruceta del arco, allí donde las arañas dormitan pacientes a la espera de la presa. Será que todos los mimos son para esa pareja de paulistas que muestran el brillo de su piel a la noche blanca para que se la acaricie la primera garota que decida recordarles sus primeros días bajo el cielo verde y amarillo de la costa atlántica. Será, en fin, que sigue gustándonos tanto Jorgelópez que uno no duerme tratando de encontrar la respuesta a la pregunta que me hago cada día desde hace 8 semanas: ¿tan difícil habría sido fichar a este hombre el año pasado?

La carita pícara, la misma que acompaña mis días y mis pasos, tratando de recorrer lo antes posible el rugoso sendero que nos ha tocado conocer este año. Levanto la vista de vez en cuando, para atisbar algún detalle en ese horizonte lejano e inalcanzable que conforma cada semana y no hago caso a los sacerdotes del fútbol que claman por la calidad que no llega, por el sentido futbolístico que el grupo parece desechar cada partido, por la ausencia de significado de cada jugada, por el aburrimiento, en fin, que preside cada jornada. No sé, pero casi me da igual. Yo quiero ganar, meter un gol más que el contrario, quiero vencer aunque sea en el minuto 90, sufriendo, engañando al sol, apedreando la mañana. Quiero ganar, porque sé que cuando ganemos, será más fácil jogar bonito. Será más fácil respirar. Será más fácil acortar la senda que ahora me miente a cada paso y me dice que aún queda mucho para regresar a casa. A Primera.
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domingo, 26 de octubre de 2008

Real Zaragoza, 2 - Xerez, 1 (crónica del partido)


La sonrisa confortada

"Quiero saborear la alegría del éxito, quiero saberme grande aunque sea en la trastienda de los campos dorados de Primera; necesito sentir el miedo del adversario, la agria certeza de la derrota que muestran nuestros enemigos antes del combate. No es para siempre, pero es lo que tenemos hoy, sábado, tres horas antes de afrontar la que puede ser una nueva victoria." ("La bonanza de las tardes ignoradas")



Leído después de escrito; saboreado después de permitir que el paladar lo acaricie. Así es la vida de los dioses después de gozar el cuerpo de la mujer que te cautiva y te vuelve loco. Así es la vida de nuestra Real Zaragoza en 2ª División: somos "el grande", con todo lo que ello quiere significar, y tenemos que aprender a serlo. Los jugadores ya lo están haciendo; el zaragocismo está en ello.

El Real Zaragoza ha derrotado por 2 - 1 al Xerez en partido correspondiente a la 9ª Jornada del Campeonato Nacional de Liga de 2ª División. Los goles los han marcado Oliveira y Ewerthon. El choque ha sido duro como roca, intenso como un encuentro inesperado y ha seguido el guión que los entrenadores y los propios jugadores habían diseñado e imaginado. El Xerez es un buen equipo, muy bien organizado y con unas ideas muy interesantes que sus jugadores saben interpretar con gran inteligencia. Hasta ayer llevaban tres jornadas sin encajar un solo gol y además, no olvidemos que tenían los mismos puntos que el Real Zaragoza, lo que habla de un grupo con intención y entidad para aspirar a pelear el ascenso. La primera parte no hubo muchas ocasiones, pero sí un hermoso duelo táctico en el que el más beneficiado fue el conjunto andaluz, experto en manejar situaciones como la de ayer, en que hay un equipo obligado a vencer y al mismo tiempo a hacerlo bien pero que en seguida encuentra más problemas de los habituales. Así y todo, fue el partido perfecto para lograr el triunfo, porque el Real Zaragoza necesita partidos como este, partidos en los que deba hacer valer su categoría, su historia y su latido utilizando el talento, que lo tiene a raudales, la calidad, que le hace ser diferente, y un escudo que le obliga a golpear una y otra vez el mentón del adversario hasta que, por muy duro que sea, le haga doblar la rodilla. Y lo supo hacer.

La segunda parte comenzó de otra forma. Marcelino empujó decididamente a Jorgelópez al centro del campo y le abrió la puerta de la banda izquierda a Caffa, con lo que consiguió provocar un error en el equipo jerezano que le costó el primer gol, obra, naturalemente, de Oliveira. La importancia de llamarse Ricardo valió, una vez más, para presentar una de nuestras tarjetas con canto dorado de que disponemos: la grandeza de uno de los mejores goleadores europeos, lo cual nos convierte, unido a otros detalles, en un gran equipo. No porque seamos más sólidos que nadie; no porque combinemos mejor que nadie; no porque estemos más conjuntados que nadie. No, nada de eso: somos un gran equipo porque resolvemos, porque encontramos respuestas cuando hay demasiadas preguntas, porque golpeamos, golpeamos, golpeamos, recibimos, pero volvemos a golpear y no dejamos de hacerlo hasta que suena la campana.

Y eso sucedió. Recibimos un duro y seco gancho en la mandíbula, esa que en otro tiempo fuese de cristal pero que ha logrado solidificarse con el paso del tiempo. Quizás es así porque el entrenador ha logrado, a base de mucho entrenamiento, esfuerzo y sudor, que lo que antes saltaba hecho añicos al menor roce ahora resista los embates de las olas de esta categoría, en la que no hay aguas claras sino ciénagas negras y olvidadas. Así, llegado ya el minuto 90, cruzada ya la delgada línea roja que separa la desesperación del ánimo fornido, llegó el gol, regalo de Ewerthon, el muchacho que volvió del silencio, aquel que recorriera la temporada pasada varios cuarteles sin encontrar en ninguno de ello el cobijo necesario para sentirse fértil. Gol y felicidad, la que disfrutan cada tarde los equipos que tienen pegada.

"Equipos como el Madrid tienen eso: en partidos planos que dominas, te pillan una vez y te matan". Estas palabras las he leído hoy en "El País" de boca de Joaquín Caparrós, entrenador del Athletic de Bilbao, y me han llamado la atención pues he pensado que se podrían aplicar perfectamente a nuestro Real Zaragoza. Nuestro equipo quizás no mereció ganar y así lo expresó Marcelino después del partido ("Ha sido mejor el marcador que el juego") y el entrenador del Xerez, Esteban, mostró su disconformidad con el resultado, pues pensó que merecían más. Probablemente, pero lo que me gusta es verme en el otro lado, vivir en la otra cara de la luna. Me gusta ser del equipo que no juega bien pero (casi) siempre gana; me gusta tener pegada; me gusta que los jugadores determinantes vistan mis colores; me gusta no dar ningún partido por perdido.

Y diré que estoy encantado y sonrío acompañando el gesto con unos golpecitos de arrepentimiento en el pecho para decir que aplaudo la extraordinaria actuación de Javi López Vallejo. Si en "El cajón de las tristezas" escribí que "López Vallejo, cuyas actuaciones ya comienzan a preocuparme mucho, pues considero que un portero es un jugador que debe resolver situaciones límites, no sólo parar lo fácil, y él no lo está haciendo", hoy es el día en que felicito públicamente a nuestro portero porque ayer aportó con su trabajo tres puntos de oro y nos deja sensaciones positivas donde hasta hoy había desconfianza y temor.

Y diré que estoy encantado porque el gol es nuestro y de ello ya habló mucho y bien Marcelino en su momento cuando dijo que el gol se tiene o no se tiene, que no se trabaja, que no se aprende. Sí, es nuestro, lo tenemos y si el gol es nuestro será más fácil subir las pendientes del camino de regreso a casa. A Primera.
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sábado, 25 de octubre de 2008

La bonanza de las tardes ignoradas

No suelo mira atrás. Me parece más sugerente el paisaje que amanece con cara de porvenir que los riscos, a veces grises, siempre sepia, de las tardes acostadas junto al pasado. No miro atrás, y menos si es para acompañar el duelo propio o la tristeza ajustada a mi recuerdo. Sin embargo, hoy recupero los sucesos de la misma semana hace ahora un año y algo me dice que las riberas del Ebro se vieron sacudidas por demasiadas vanidades y eso, amigo, siempre es presagio de negrura e infortunio.

Hoy nos enfrentamos al Xerez, no al Villarreal , pero ya no me duele el ayer. Me conforta saber que ya miramos los valles y las montañas en compañía del águila; me ayuda a pasar los días conocer el rostro aguerrido de nuestros soldados, casi todos llegados de allende los mares de la tristeza, casi ninguno protagonista de nuestra derrota. Me gusta ver gestos limpios de amargura y aprender las nuevas alineaciones, cuyos nombres en nada me recuerdan el sufrimiento vivido. López Vallejo, Pignol, Pulido, Hidalgo, Jorgelópez, Arizmendi, Braulio, Caffa...son destellos nuevos con corazas más humildes pero más dispuestas no ya a la pelea, sino también a la conquista de la victoria que nunca debimos abandonar. Quiero saborear la alegría del éxito, quiero saberme grande aunque sea en la trastienda de los campos dorados de Primera; necesito sentir el miedo del adversario, la agria certeza de la derrota que muestran nuestros enemigos antes del combate. No es para siempre, pero es lo que tenemos hoy, sábado, tres horas antes de afrontar la que puede ser una nueva victoria. Si la logramos, habremos apartado unas cuantas piedras más de este a veces insoportable camino de regreso a casa. A Primera.

lunes, 20 de octubre de 2008

Sevilla Atlético, 0 - Real Zaragoza, 4 (crónica del partido)


Mira, el Cielo. Allí habitará nuestra memoria.

El Real Zaragoza venció, 0-4, al Sevilla Atlético en partido correspondiente a la 8ª Jornada del Cameponato de Liga de 2ª División. Los goles zaragocistas fueron convertidos por Oliveira (2), Gabi y Arizmendi.

El encuentro se celebró en uno de los campos más cálidos y apasionados de España, si bien en esta ocasión apenas tres mil seguidores sevillistas y una decena de zaragocistas eligieron disfrutar de su tiempo de ocio en el Sánchez Pizjuán. El resto del zaragocismo dispusimos de la oportunidad que nos brindaba Aragón Televisión para gozar con la superioridad del Real Zaragoza, que a los pocos minutos ya había logrado dos estupendos goles y mostraba al cielo sevillano que es un vigoroso conjunto, poco dado a la belleza que tanto amamos en La Romareda pero eficaz como el castizo garrote vil a la hora de acabar con la vida del contrario.

Todas las crónicas que he podido leer ajustan el veredicto para coincidir en el poder goleador del Real Zaragoza y todos ellos hacen causa común, también, con la endeblez defensiva del equipo blanquillo. También hay unanimidad a la hora de prever un ascenso inevitable, si bien no sobra apuntar que esto es muy largo y aún tendremos que sufrir, pues el infierno tiene eso: es el momento y el lugar para sentir el dolor y hacer de él nuestro más fiel compañero.

El sábado pudimos comprobar que López Vallejo ya ha logrado contribuir con su trabajo a la consecución de algún punto, pues así fue cuando detuvo aquel disparo con 0-1 o atajó magistralmente el penalty que justamente había señalado el árbitro. Este hecho es muy importante, más de lo que parece, pues un portero, para ser considerado buen portero, debe contar en su haber con una media docena de puntos aportados con sus paradas y él ya ha comenzado su contribución.

La defensa vivió claroscuros, momentos de buen trabajo y situaciones de temor fundado. Va a ser una pequeña cruz que vamos a soportar sobre nuestra espalda pero tengo decidido que no va a ser causa de desastre, sino más bien de reflexión teniendo en cuenta que el futuro llega antes que lo soñemos.

Los centrocampistas y bandas han logrado un discreto equilibrio, si bien sugieren que la luz del sol azul se aproxima a ese montón de hojarasca que ha sido durante los últimos meses la línea de creación zaragocista. Ahí asoman con etiqueta de jerarcas con aroma de mañana Arizmendi y Gabi, y sus goles son la mejor sonrisa que podemos esbozar. Jorgelópez es el comandante de este grupo de guerrilleros que poco a poco van dibujando una línea metálica como el olvido que separa el porvenir del pasado oxidado por la miseria del fracaso y de él hablaremos reposada y luminosamente en pocos día. Prometido queda.

Para acabar, descubramos el fulgor del jinete de la cara tersa y curtida por la belleza que su madre le regaló. Descubramos el gesto lluvioso y boscoso de quien ha hecho del gol su amante más belicosa y abramos nuestro pecho a la algarabía del triunfo moreno como las playas atlánticas. Vivamos henchidos por el aroma que desprende esa sonrisa paralela que cada partido nos deja hartos de placer y completos de gozo. Seamos agradecidos con los dioses por haber permitido que Oliveira vista la camiseta blanca que sudaron Seminario, Bustillo, Ocampos, Diarte, Alonso, Esnáider, Milosevic, Villa y Milito, alimentados por el mismo hambre que muestra Ricardo cuando respira hondo antes de matar con dulce convicción al portero contrario. Es el héroe que todo ejército quiere para sí y el estandarte que señala el camino de retorno a casa. A Primera.
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jueves, 16 de octubre de 2008

Real Zaragoza, 4 - Deportivo Alavés, 2 (crónica del partido)


Todo me sabe a ti

Elegir el pecho que ha de respirar el aire que te da la vida no es tarea propia de espíritus enclenques. Lo es, en todo caso, de quienes como yo crecieron acompañados por el aroma de las piernas enlazadas de Nino Arrúa y la metálica figura de García Castany, aquel enjuto caballero catalán que dibujaba los pases con la sabiduría del ignorado y que lanzaba los penalties con el vigor de la clase natural que lo acompañó desde el día que vio la luz. Y digo todo esto porque esta temporada estoy volviendo a revivir las sensaciones de mi niñez, cuando las tardes de domingo los soniquetes de los locutores de radio (así se les conocía entonces) llenaban las paredes de mi casa y acompañaban los atardeceres invernales si el Real Zaragoza jugaba fuera de casa. Y así sucedió el pasado sábado, cuando me vi sentado en mi sillón favorito con el transistor en la mano izquierda acoplado a la sien vibrando con la narración de los juglares de las ondas y levantándome cuatro veces para saborear el deleite del triunfo.

Quienes pudieron verlo cuentan que el Real Zaragoza venció al Deportivo Alavés por 4 - 2 en partido correspondiente a la 7ª jornada del Campeonato de Liga de 2ª División. Los goles fueron marcados por Oliveira (2), Jorge López y Caffa, en magistral lanzamiento de falta. El partido cumplió con los deseos del zaragocismo y se logró una importante victoria a pesar, dicen, de mantener un ritmo de juego irregular y achacoso, si bien acomodado a ciertos destellos de clase y varios chispazos de talento del que carecen el resto de los equipos. El partido se resolvió por la calidad de los jugadores de ataque del Real Zaragoza y no es muy aventurado decir que hay tanto ingenio y tanto saber bajo la camiseta blanquilla que a no ser que secuestremos a Europa y se la arranquemos en sus mismas barbas a Zeus, este estará de nuestra parte hasta el final de la Liga.

Unir la fantasía de Oliveira con la intensidad de Brauilo fue una de las claves del partido, y así se tradujo a los veintitantos minutos, cuando un espigado 2-0 pintaba la sonrisa a la paupérrima Romareda, en otros tiempos acogedora y madre muy amada y últimamente desolada en su soledad por la escasa presencia de aficionados. Intensidad, lozanía y espaldas fornidas. Esas eran las armas de nuestros jugadores, que elevaban los estandartes del deseo desmesurado por alcanzar la gloria sin que ningún viento azotase la cara del héroe.

Ignorando que hay enemigo no se logra vencer a Héctor. Así lo debió pensar Aquiles cuando contempló horrotizado el cuerpo sin vida de su amigo Patroclo y así lo vivió la muerte, perfilando la silueta del adversario y fijando el punto en el que clavaría su espada. Así derrotan los semidioses al contrario. Pero el Real Zaragoza aún no ha aprendido que la gloria llmará a nuestra puerta envuelta en una sábana bañada en nuestro sudor y que las gotas de nuestra sangre serán la señal del triunfo. Por eso aún optamos por comer la sopa boba, a la que nos creemos con derecho, y olvidamos que la Historia la hacen los fuertes, no los altivos. Y eso lo supo el Deportivo Alavés, que llegó dos veces y logró dos goles. Nuestra indolencia, a veces, nos derrota.

Pudimos caer de nuevo en las ciénagas putrefactas del desánimo. Pudimos estropear el mejor atardecer en mucho tiempo. Pudimos arrojar por el terraplén de la ambición el sueño de la víspera de nuestro día más grande. Pero una nube de deseos se hizo con el gobierno de la nave que durante unos minutos perdió el norte y recuperamos el sentido cuando el mago venido del Norte cumplió y metió el tercer gol de la tarde. Jorge es la magia que perdió Pablo, pero esa es otra historia.

Oimos de nuevo los sonidos del silencio e incluso asomó a la grada el reproche tantas veces evitado para no molestar a los guerreros. El mismo Marcelino tuvo pánico ante la irritada respuesta de un sector del público y rogó, ¿pidió?, sugirió, ¿exigió? comprensión, apoyo (¿más?) y ánimo para los muchachos. La Romareda calló y Caffa rompió los nidos de golondrinas que se sostenían en la encrucijada de caminos que forman los palos de la portería. Fin. Así se escribe la historia de los grandes, dicen, y este Real Zaragoza de Segunda División lo es en esta categoría. Muy grande. Y los demás muy disminuídos. Uno sabe que los recodos de los senderos se van suavizando, pero también conoce la cara oculta de la luna, que es justamente en la que ahora dormimos. Por eso eleva la plegaria al Cielo y pide una sonrisa en la Andalucía verde y blanca, la que nos tiene que proporcionar la primera victoria fuera de casa después de un año. Tengo para mí que será una forma de desbrozar el camino de regreso a casa. A Primera.
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sábado, 11 de octubre de 2008

Aquella luz eligió las tinieblas

Hace un año, la luz zaragocista brillaba con todo el esplendor que los dioses nos habían concedido. Magnánimas divinidades se acercaron al Palacio de Sastago para darle una vuelta a la llave de la Historia e inaugurar la exposición que con tanto amor y emocionado vigor puso en pie Antón Castro, ese escritor que atravesó los verdes cielos de Galicia para amerizar en los dóciles horizontes aragoneses. Brillaba y nos havía sentir secretas soledades, pues todo era limpio como una lluvia de estrellas, las que cubren nuestro sueño cada noche y las que nos hacían soñar con firmamentos cada vez más prójimos.

Escribí aquellos días sobre los sueños bebidos y pude comprobar que visitar aquellos salones nobles y leales era la mejor forma de saborear la Historia, los días de mis días, las noches de mis noches. Y mejor si cuando escuchaba el eco de mis pasos aun en medio de la multitud, lo hacía acompañado de mi hijo, a quien tanto le ofrezco, quien tanto me da, y pudimos, juntos, abrazar el futuro, que esos días parecía ancho y generoso. Parecía.

Hoy la dorada esperanza, la que respiramos aquellas tardes de octubre, yace yerma e inánime. La realidad, arisca y despiadada, ha amordazado el mar que nos bañó y nos ha mostrado la más cruel de las miradas. Nuestro presente nos ata a la necesidad de derrotar a un rival que navega por las mismas ciénagas que nosotros y no hay más sonrisa que la que nos otorgue la victoria. La misma que obtuvo Pirro, el rey de Epiro. Así y todo, es la única manera de emprender el camino de regreso a casa. A Primera.
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martes, 7 de octubre de 2008

Déjà vu?


Lo decía Mendilíbar el domingo, tras ser derrotado el Real Valladolid por el Valencia: "El Valencia no tiene prisa en ganar. Se encuentra cómodo con el 0-0". En efecto, es un equipo paciente, pesado, monolítico. Un equipo cuyo estilo de juego aquí, en La Romareda, aborreceríamos, despreciaríamos y detestaríamos, pero que hoy es el el líder de 1ª División con unos registros llamativos, 9 goles a favor y 4 en contra, y un detalle significativo: el 70% de los goles los marca en la segunda parte.

Antes que cualquier amable lector me pregunte qué diablos hago escribiendo sobre el Valencia, diré que me ha movido a reflexión esta información que he podido leer hoy en El País en un artículo firmado por Cayetano Ros porque veo en él el reverso de la moneda en cuya cara opuesta está nuestro Real Zaragoza. No descubro nada nuevo si digo que nuestro equipo muestra gestos completamente diferentes a los del equipo levantino. Hemos visto cómo los jugadores zaragocista protagonizan fulgurantes comienzos, cuyos mejores ejemplos han sido los partidos frente a la Real Sociedad, Elche y Hércules, para ir poco a poco apagándose cuando las cosas no se desarrollan conforme a lo previsto. Un grupo de ardorosos combatientes que están aprendiendo a sobreponerse a los reveses pero al que aún le falta un cementoso camino por recorrer y eso se traduce en una cosecha pobre para lo que desearíamos, aunque no preocupante para lo que todavía falta por conseguir.

Esta última afirmación es un calco de lo que ha vivido Marcelino con sus anteriores equipos. Para un zaragocista que no conozca la actualidad de otros equipos, y menos de la historia reciente de los mismos, sería sorprendente comprobar cómo las palabras de Marcelino en el Real Zaragoza se asemejan como dos gotas de agua (para todos) a las que pronunció en anteriores campañas cuando entrenaba a otros equipos. Y lo mismo sucedería si conociera los problemas físicos por los que pasaron los jugadores de esos equipos. Parecidísimo, oiga. ¿Qué quiero decir con esto? No sé si peco de inocente o de iluso, pero quiero creer que los procesos que vive nuestra plantilla ya le son muy conocidos al cuerpo técnico que comanda Marcelino García, con lo que pudiera creerse que todo está bajo control. Y más nos vale que así sea, pues si tal no fuese deberíamos temernos que será más dificultoso de lo ya atisvado el camino de regreso a casa. A Primera.
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lunes, 6 de octubre de 2008

Podría decir que es un espejismo


Leo y leo, escucho y escucho y toda mi memoria me lleva al mismo sitio. Nuestras pupilas tiemblan levemente ante la derrota, aparecen algunas gotas malheridas en el cielo blanco y azul y el zaragocismo contempla, rebelde e incrédulo, el mañana del equipo. Es razonable ese alarido de caminos remotos, nuestras manos se agrietan ante el símbolo "menos" que anteponemos a nuestra ilusión y cada vez que abro la boca para gritarle al viento que estamos aquí, que ya hemos roto los silencios, una losa de ruinas calla el tumulto de nuestros deseos. Dicho así, me duele menos.

Hay muchas razones para sentirse desorientado tras las palabras de Marcelino, que esboza una sonrisa inquietante para decirnos que estamos donde queríamos, que hoy sí le ha enamorado el equipo y que "estamos en la línea de lo que queremos conseguir". La razón, la que aún me queda después de tanto dolor y miseria, me susurra algunas palabras complacientes. El corazón, madrugador en su quietud, se encoge ante tantos reveses. No sé qué pensar: el sábado pasado, tras la victoria, habíamos dado un paso atrás. Antes de ayer, tras la derrota, teníamos motivos para sentirnos orgullosos. En fin, abandono el día y me voy a la noche. El sábado amanecerá de nuevo y seré yo, sin que nadie me lo diga, quien decida cómo debo sentirme. Me hiere tanto retruécano.

Y por eso, y porque hoy me sabe todo un poco amargo, busco refugio y digo, con Carlos Bousoño:

"Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta."

Al fin y al cabo, este año todo es esperar a que aparezca un dedo que señale el camino de vuelta a casa. A Primera.

P.S.: Pues sí, ando mucho mejor, Dani. Gracias. ¿Tú también?.
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domingo, 5 de octubre de 2008

Hércules, 2 - Real Zaragoza, 1 (Crónica del partido)


El cajón de las tristezas

El Real Zaragoza cayó derrotado ayer por 2 - 1 en partido disputado frente al Hércules de Alicante correspondiente a la sexta jornada del Campeonato de Liga de 2ª División. El gol zaragocista lo consiguió Gabi a la salida de un córner con una extraordinaria volea.

El partido de ayer nos deja preocupados. No sólo el resultado es malo, sino que tenemos en la mano un parte médico estremecedor (Ewerthon, Herrero, Pulido) y una sensación de ser el más feo del guateque que asusta. Es imposible que nos salgan peor las cosas, pues al capítulo de lesiones hay que unir una serie de errores infantiles, una inaudita mala suerte con el gol y hasta la incapacidad para transformar un penalty, pero lo de ayer no sólo se puede achacar al infortunio. Uno ve a este Real Zaragoza y se muere de ganas de ver a un equipo que sea capaz de resolver los partidos con la solvencia de los grandes, aunque sea jugando mal, pero por contra nos encontramos con unos jugadores que tienen muchas ganas, en ese terreno no hay reproches, pero a los que les falta la mala leche de los matadores. Veamos.

Comienza el partido con un ritmo frenético que sólo favorece a quien no tiene nada que perder, en este caso el Hércules, gallito sobrevenido que se ha encontrado con una posición privilegiada y al que, por ende, todo le sale bien. Ese ritmo, que recordaba al de la primera parte de la Real Sociedad, conllevó una serie de situaciones de gol que bien podían haber valido el partido. Recuerdo un estupendo cabezazo de Oliveira que sacó Calatayud con una mano que ya quisieran para sí muchos porteros de Primera. Al cabo de lo minutos, los de Alicante vieron que el Real Zaragoza no la metía ni aún ensanchando las porterías y se echó adelante, en un ejercicio de insolencia que le dio muy buen resultado, pues metió a los nuestros en una cueva de la que ya casi no pudieron salir en toda la primera parte. Tan sólo algunos balones largos facilitaban las carreras de Ewerthon, que amagó un par de veces con demostrar por qué le llamamos "la flecha". Y así hasta su lesión. Ahí comenzó nuestro calvario y se vislumbró la negrura de la tarde. Llegó el descanso y con él, la penuria.

Si el fútbol es un deporte que lo juegan once jugadores, seres humanos falibles, también habrá que hacer mención de vez en cuando al error. Al error y al trabajo mal hecho, y para mí ayer hay tres jugadores del Real Zaragoza a los que hay que reñir porque sus equivocaciones nos llevaron a la derrota. Chus Herrero, cuya actuación no fue buena y cuyo despeje en la jugada del primer gol facilitó el remate de Tote. López Vallejo, cuyas actuaciones ya comienzan a preocuparme mucho, pues considero que un portero es un jugador que debe resolver situaciones límites, no sólo parar lo fácil, y él no lo está haciendo. Tampoco ayer, en ninguno de los dos goles. Y Oliveira, cuyo error en el lanzamiento del penalty impidió que ahora el equipo cuente con un punto más. Y así es el fútbol. Las victorias se cosniguen a base de aciertos y las derrotas llegan gracias a los errores propios y el Real Zaragoza, ahora mismo, es un equipo que falla más que acierta, falla en lo que en tenis se llama "errores no forzados", y eso es algo que no ayuda nada a conseguir nuestros objetivos. Si esto no hubiera sido así, si nuestros jugadores no hubieran fallado lo que fallaron, y hablo de errores muy graves, no de pérdidas de balón sin significado o regates que no salen, hoy estaríamos en mejor disposición de afrontar el siguiente partido.

Luego están las lesiones. Es verdad que un entrenador odia hacer cambios a causa d las lesiones, y por si no querías una taza, toma tres. Ewerthon se rompió y salió Braulio, cuya aportación fue muy pobrecica; Pulido se rompió y salió Paredes para recomponer la defensa y Chus ser ompió...y ya no había más cera: todos los cambios estaban hechos. Aquí sí que podemos decir que nos ha mirado un tuerto. Y es que nos pasó de todo, aunque considero que, así y todo, a pesar de todos los nubarrones, sino hubiéramos fallado, si hubiéramos hecho bien nuestro trabajo, hoy el Real Zaragoza tendría, al menos, un punto más.

Queda mucho, muchísimo, y sé que esta categoría es muy rara y que los equipos que hoy están arriba perderán partidos impensables y tropezarán cuando nadie se lo espere, pues eso nos dice la Historia, eso ocurrió hace seis años, cuando el Real Zaragoza no accedió a los puestos de ascenso hasta la jornada nº 12, cuando derrotó agónicamente (casi todo fue agónico aquella temporada, no lo olvidemos) al Terrasa con un gol de Paco y la prensa de entonces hablaba del equipo como de un grupo que "se parece como una gota de agua a su entrenador. Un acorazado, un bloque homogéneo que avanza como un rompehielos, con muy poco estilo pero con una efectividad demoledora" (Alfonso Hernández, El Periódico de Aragón, 25 de Noviembre de 2002). Efectividad: esa es la palabra clave, el concepto que hay que grabar a fuego en el corazón de nuestros gladiadores, ayer más preocupados en hacerlo bonito que en meterle "cuatro pavas" a Calatayud, recoger las maletas y volver a casa, que hay que seguir con la faena. Es un camino terrorífico el que nos queda por recorrer, por eso hay que ser paciente, pero al mismo tiempo inconformistas, rebeldes y exigentes, pues no conviene que nada ni nadie se interponga entre nosotros y la Gloria de disponer de nuevo del brillo de los rayos de sol que reina en nuestra casa, la que nos espera al final del sendero. Esa es la meta: volver a casa. A Primera.
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sábado, 4 de octubre de 2008

Víspera de ti


Hoy es un día señalado. Comienzan las Fiestas del Pilar, para mí tan queridas y, a veces, tan añoradas y juega el Real Zaragoza. Se enfrenta al Hércules, uno de esos equipos bien armados y con fuerte motivación que cada temporada logran convertirse en faros que iluminan senderos lejanos para ellos pero que ahora son la pared en la que apoyar su ilusión. Y nunca mejor utilizada la comparación que en este caso, en que el equipo de casa puede lucir con orgullo en su pecho la cabeza del héroe griego hijo de Zeus y de Alcmena que se vio forzado a cumplir los doce trabajos que le fueron encomendados después de matar a sus hijos y sobrinos tras un ataque de locura provocado por la celosa Hera, esposa de Zeus.

El Real Zaragoza llega más sereno y templado que hace algunas semanas y sabe que si hoy le sonríe la fortuna todo se verá mucho más azul que nunca, pero también sabe que los herederos de Heracles saldrán al campo muy convencidos de sus posibilidades y que la batalla se presenta dura. Además, la Historia no se muestra nada amable con los intereses aragoneses. Los periódicos ya se han encargado estos días de recordarnos algunos datos: casi un año que no ganamos fuera, casi dos que no ganamos tres partidos seguidos, veintinueve encuentros sin ganar en tierras valencianas...¡Uf, cuántos inconvenientes! Sin embargo, la sonrisa de la esperanza nos acompaña, pues este equipo va logrando, poquito a poco, que nos sintamos algo más ilusionados que ayer pero menos que mañana, y eso es algo que no nos pasaba hace mucho tiempo. Demasiado.

Todos los profesionales que hablan del Real Zaragoza lo hacen en términos elogiosos. Todos sin excepción, dando por seguro su ascenso. Lo ha hecho recientemente Mandía, el técnico alicantino, y lo hizo el otro día Victor Muñoz, en la gala de entrega del Trofeo Magnífico que con tanta justicia se le concedió. El entrenador aragonés lo hizo a media voz, sin que se notara, como es típico en él, pero sus palabras surgen del saludo que mantuvo con Marcelino, cuando le sijo: "Tú no te puedes quejar del equipo que te han hecho aquí, ¿eh?". Yo sé que Víctor no lo dijo como cumplido, sino que le salió del corazón, ese músculo que él fortalece día a día a base de esfuerzo, trabajo y dedicación, pero también a base de emoción, como lo demostró el otro día en la gala del Diario Equipo, y eso a mí me anima, me infunde un gramo más de pasión y me conforta, pues gente así ha hecho grande al Real Zaragoza y ayuda a apartar las negras rocas que podamos encontrarnos en el camino de regreso a casa. A Primera.
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jueves, 2 de octubre de 2008

La justicia del destino


Alberto Zapater dijo hace algunos días que estaba cansado de perder y que ya tenía ganas de probar el sabor de la victoria. Esta ya ha llegado y con ella la placidez del triunfo. Poco a poco, aunque parezca que no, el zaragocismo se está revistiendo de una capa de fortaleza ganada a pulso, si bien aún queda muchísimo por hacer. Pero me refiero a esa sensación de gozosa esperanza que acompaña cada declaración, cada decisión, cada acción. Los debates se centran en aspectos técnicos, en este o aquel jugador, y en todas las conversaciones se detecta un tono de ilusión contenida que parece anunciar una nueva victoria, esta vez en Alicante, ante un bien forjado Hércules que, eso sí, todavía no ha ganado en casa. Pinta bien.

Por otra parte, aún resuenan los ecos de la ceremonia de entrega del trofeo Magnífico a, entre otros, Victor Muñoz. Y sigo disfrutando con lo que esto ha supuesto para el zaragocismo y la unanimidad que ha suscitado semejante concesión. Es una buena noticia que entre nosotros viva el sentido común y se premie el esfuerzo, el trabajo y la responsabilidad. Víctor, y por extensión el zaragocismo, se lo merece.

Por lo demás, muchos ya estamos con ganas de que llegue el sábado por la tarde y poder confirmar lo que tanto deseamos: un nuevo triunfo del Real Zaragoza y un nuevo peldaño conquistado, un nuevo escalón de esta infinita escalera que nos llevará de vuelta a casa. A Primera.

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miércoles, 1 de octubre de 2008

Víctor Muñoz, el vigor de la pausa


Escribo hoy con la alegría que me produce la alegría ajena. Ayer el Diario Equipo premió a Victor Muñoz con la concesión del Trofeo Magnífico en el marco de la Gala Anual que el periódico deportivo aragonés celebró anoche. Me alegro y me complace, pues es un reconocimiento merecido el que recibe uno de los mejores deportistas aragoneses de los últimos tiempos. Y se lo merece porque, además, ha demostrado siempre un sereno amor por el Real Zaragoza. No lo ha hecho con el torrente mediático que acompaña a otras personalidades públicas, pero siempre ha estado a nuestro lado, junto a nosotros, cuando ha hecho falta. Y habría vuelto a estar sin condiciones esta temporada si se lo hubiéramos pedido, como asñí hizo ver a principios de verano, mostrando su disposición a entrenar al Real Zaragoza en Segunda. Sólo nuestro Real Zaragoza habría merecido su atención en la división infernal, pero habría sido, de nuevo, un recorrido pausado, serio y responsable, como es él.

Sus pulmones, metálicos y azules como el cielo zaragocista, han alentado varias secuencias que forman ya parte de nuestra memoria. La Copa de Montjuic, la Supercopa de Valencia y la Copa nunca lograda pero conquistada a fuerza de clase y vigor en aquellos sucesivos enfrentamientos contra el Atlético de Madrid, Barcelona y el Real “Cacharrería Mediática” Madrid, son conquistas que conforman nuestros altares. Y él parece que no estaba, que su trabajo no era importante, que su esfuerzo por conseguir sus objetivos no importaba. Pero sí, Víctor es un eslabón indispensable en nuestro camino, un jugador que nació y murió como tal en “su” Real Zaragoza y un técnico que ha sido grande con nosotros y que por siempre completará nuestro presente y nuestro futuro, ese que nos ha de devolver a casa. A Primera.
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