sábado, 4 de octubre de 2008

Víspera de ti


Hoy es un día señalado. Comienzan las Fiestas del Pilar, para mí tan queridas y, a veces, tan añoradas y juega el Real Zaragoza. Se enfrenta al Hércules, uno de esos equipos bien armados y con fuerte motivación que cada temporada logran convertirse en faros que iluminan senderos lejanos para ellos pero que ahora son la pared en la que apoyar su ilusión. Y nunca mejor utilizada la comparación que en este caso, en que el equipo de casa puede lucir con orgullo en su pecho la cabeza del héroe griego hijo de Zeus y de Alcmena que se vio forzado a cumplir los doce trabajos que le fueron encomendados después de matar a sus hijos y sobrinos tras un ataque de locura provocado por la celosa Hera, esposa de Zeus.

El Real Zaragoza llega más sereno y templado que hace algunas semanas y sabe que si hoy le sonríe la fortuna todo se verá mucho más azul que nunca, pero también sabe que los herederos de Heracles saldrán al campo muy convencidos de sus posibilidades y que la batalla se presenta dura. Además, la Historia no se muestra nada amable con los intereses aragoneses. Los periódicos ya se han encargado estos días de recordarnos algunos datos: casi un año que no ganamos fuera, casi dos que no ganamos tres partidos seguidos, veintinueve encuentros sin ganar en tierras valencianas...¡Uf, cuántos inconvenientes! Sin embargo, la sonrisa de la esperanza nos acompaña, pues este equipo va logrando, poquito a poco, que nos sintamos algo más ilusionados que ayer pero menos que mañana, y eso es algo que no nos pasaba hace mucho tiempo. Demasiado.

Todos los profesionales que hablan del Real Zaragoza lo hacen en términos elogiosos. Todos sin excepción, dando por seguro su ascenso. Lo ha hecho recientemente Mandía, el técnico alicantino, y lo hizo el otro día Victor Muñoz, en la gala de entrega del Trofeo Magnífico que con tanta justicia se le concedió. El entrenador aragonés lo hizo a media voz, sin que se notara, como es típico en él, pero sus palabras surgen del saludo que mantuvo con Marcelino, cuando le sijo: "Tú no te puedes quejar del equipo que te han hecho aquí, ¿eh?". Yo sé que Víctor no lo dijo como cumplido, sino que le salió del corazón, ese músculo que él fortalece día a día a base de esfuerzo, trabajo y dedicación, pero también a base de emoción, como lo demostró el otro día en la gala del Diario Equipo, y eso a mí me anima, me infunde un gramo más de pasión y me conforta, pues gente así ha hecho grande al Real Zaragoza y ayuda a apartar las negras rocas que podamos encontrarnos en el camino de regreso a casa. A Primera.
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