jueves, 25 de octubre de 2007

Aimar, el derroche del sol

(por Juan Antonio Pérez-Bello)

"Es más: sé que hay compañeros que están muy bien". Esto lo ha dicho Aimar en la rueda de prensa que hoy ha ofrecido ante los medios de comunicación. He aquí esa bendita puerta abierta que deberán cruzar nuestros monjes-soldados (luego explicaré este arrebato místico-guerrero*) para presentarles batalla a los gladiadores amarillos el próximo domingo. Sus palabras han sido un esbelto regate a la solidaridad, una escueta vaselina al esfuerzo común, una transparente espuela al "vamos juntos, compañeros". Y eso, hoy, queridos, es una gota de ambrosía en medio de la ciénaga.

Pablo Aimar. Ha hecho más en dos minutos ante los micrófonos que todos nosotros juntos. Pablo ha sido capaz de cerrar las heridas expandidas por las conciencias desérticas que estos días han extendido sus miserias por nuestros callejones. Más que nosotros, que vosotros, que tú, que yo, a quienes el cielo no nos cobijó y la noche nos escondió cuando Javito reunió en un solo rayo a Ares, Odín y Marte, dioses de la guerra ahítos de sangre y destrucción.

Aimar ha sido fuerte. Le ha mostrado al zaragocismo que la sabiduría puede estar enredada en sus rizos, rebeldes como el amor de un adolescente, y puede ofrecerse a quienes sufren, sufrimos, la desesperanza del miedo a morir otra vez, a caer por ese precipicio que nos arropó una vez a nuestro pesar. Le ha mostrado al zaragocismo el camino que debemos recorrer: la unión, la generosidad cuando se ofrece a quedarse sentado en el banco si eso ayuda a ganar, la nobleza al ponerle apellidos exactos a quienes están bárbaros, porque lo están haciendo muy bien y pueden ser los caballeros que derriben al jinete negro que llega del Mediterráneo.

Pablo, mi admiración. Pablo, así haces grande al Real Zaragoza. Nos haces grandes. Gracias.

*P.S.: Acabo de asistir a una conferencia que el Profesor y escritor José Luis Corral ha pronunciado sobre los Templarios. Después, me ha cabido el placer de entrevistarle para la revista BALCEI. Quizás ahí he bebido parte de la terminología aquí utilizada.

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