(por Juan Antonio Pérez-Bello)
Oliveira es la mejor versión del criollo elegante y seductor. Lo es en el campo y lo mejora ante un micrófono. Ayer, momentos después de finalizar el partido y cuando las lágrimas aún se deslizaban por las mejillas de La Romareda, acertó a pronunciar palabras firmes como el fuego que nos había devorado: "Ahora vamos a levantarnos como hombres, como futbolistas que somos...". Horas después, a los pocos minutos de acabar el entrenamiento más doloroso que el zaragocismo recuerda, el entrenador del Real Zaragoza, el aragonés Víctor Fernández, aclaraba en rueda de prensa que no compartía la visión apocalíptica que se estaba dando de la situación y alentó los vientos de la lucha, el tesón y el compromiso para despreciar la bofetada que el destino nos había propinado y convocar a cuantos quisieran seguirle en la campaña que no ha hecho sino comenzar y discutirle al infortunio nuestro futuro.
Soy firme, leal y comprometido defensor de Víctor. Nada me une al mundo del fútbol y mis palabras las dictan mi conciencia y mi corazón. Por eso, me siento fuerte si digo que este, y no otro, es el momento de sujetar la tristeza y asir la ilusión por salir de la amargura que supone el revés de la noche del jueves. Este proyecto nació con la idea de ir más allá de los resultados, con la intención de consolidarse en varios años, con el propósito de no dejarse influir por el desfallecimiento. Hay una idea, una filosofía, un concepto y eso es algo inusual en nuestro fútbol e, incluso, en nuestro deporte.
Víctor vino para quedarse cuatro años y es una apuesta que me gusta. Si pasado ese tiempo se cree conveniente, será momento de cambiar de general, pero esta vez hagamos las cosas bien. Se le acusa, cuando no hay argumentos, de hablar mucho y hacer poco; a veces, hasta su elegancia sienta mal. Sin embargo, Víctor representa lo que desprecia la ignorancia y sus palabras me confortan cuando lo habitual es el ruido, el exabrupto o los lugares comunes.
Este verano tuve el placer de entrevistar a Juan Señor para la revista BALCEI. En ese encuentro abundaba el legendario jugador zaragocista en el concepto de entrenador a medio/largo plazo como modelo ideal de trabajo e incluso confesaba que en algún momento había sentido la ilusión por trabajar en Inglaterra, pues sólo allí se entendía esa forma de actuar. Esa propuesta es la que defiendo y la persona que tiene que llevarla a la práctica es Víctor Fernández. Dejémosle trabajar, exijamosles, eso sí, esfuerzo y orgullo a los jugadores y templanza y serenidad a los técnicos y dirigentes. Si cumplimos esas premisas, el éxito llegará. Seguramente cuando abandonemos las urgencias, los análisis apresurados y los vaivenes de la emoción, que siempre han sido los más ácidos compañeros de los perdedores.
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