martes, 28 de octubre de 2008

También mi fatiga será tu descanso


La bondad de la victoria es como el abrazo de quien ama: confortable, gustoso, jugoso. Sabe a miel saberse victorioso y nada es suficiente argumento para nublar la alegría del triunfo. Poco importa que los errores sean siempre nuestros errores o que haya tantos defectos como deseos de vencer. No es relevante que el equipo muestre su cara más pobre cada cierto tiempo, pues los goles favorables son la medicina que el chamán ofrece a la tribu para calmar su ansiedad.

El Real Zaragoza propone una velocidad de crucero de campeón. Su renta goleadora, hercúlea e irresistible, y ahora su fortaleza en la portería, capaz de espantar el aullido del gol contrario gracias a un portero que surge de las simas de la sospecha para convertirse en héroe en tan sólo dosp artidos, son las dos armas de que dispone el equipo para destrozar a dentelladas la esperanza de cualquie aspirante a ocupar una de lastres plazas que, en realidad, son ods. Si todo sigue a este ritmo, seremos campeones. Si todo sigue a este ritmo, seremos líderes. Si todo sigue a este ritmo, los senderos, confusos y enredados a principios de verano, se tornarán uno solo, recto, llano y sencillo, todo a la vez, y presto a ser recorrido con rapidez para facilitar la vuelta a casa. A Primera.
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