lunes, 6 de octubre de 2008

Podría decir que es un espejismo


Leo y leo, escucho y escucho y toda mi memoria me lleva al mismo sitio. Nuestras pupilas tiemblan levemente ante la derrota, aparecen algunas gotas malheridas en el cielo blanco y azul y el zaragocismo contempla, rebelde e incrédulo, el mañana del equipo. Es razonable ese alarido de caminos remotos, nuestras manos se agrietan ante el símbolo "menos" que anteponemos a nuestra ilusión y cada vez que abro la boca para gritarle al viento que estamos aquí, que ya hemos roto los silencios, una losa de ruinas calla el tumulto de nuestros deseos. Dicho así, me duele menos.

Hay muchas razones para sentirse desorientado tras las palabras de Marcelino, que esboza una sonrisa inquietante para decirnos que estamos donde queríamos, que hoy sí le ha enamorado el equipo y que "estamos en la línea de lo que queremos conseguir". La razón, la que aún me queda después de tanto dolor y miseria, me susurra algunas palabras complacientes. El corazón, madrugador en su quietud, se encoge ante tantos reveses. No sé qué pensar: el sábado pasado, tras la victoria, habíamos dado un paso atrás. Antes de ayer, tras la derrota, teníamos motivos para sentirnos orgullosos. En fin, abandono el día y me voy a la noche. El sábado amanecerá de nuevo y seré yo, sin que nadie me lo diga, quien decida cómo debo sentirme. Me hiere tanto retruécano.

Y por eso, y porque hoy me sabe todo un poco amargo, busco refugio y digo, con Carlos Bousoño:

"Algo en mi sangre espera todavía.
Algo en mi sangre en que tu voz aún suena.
Pero no. Inútilmente yo te llamo.
Aquella voz que te llamaba es ésta."

Al fin y al cabo, este año todo es esperar a que aparezca un dedo que señale el camino de vuelta a casa. A Primera.

P.S.: Pues sí, ando mucho mejor, Dani. Gracias. ¿Tú también?.
..

No hay comentarios: