Llevo unos cuantos días siguiendo las vicisitudes del caso Ander. No conozco la intrahistoria del affaire. Seguramente ni los propios protagonistas serían capaces de explicar algo que, por su propia naturaleza, parece inexplicable, pero no deja de resultar llamativo tanto revuelo. Parece como si se hubiera activado un mecanismo nuclear, una especie de espoleta megatrónica capaz de hacer saltar por los aires la esencia del alma zaragocista. Porque, vamos a ver: ¿es Ander el futuro crack de las Españas y los dirigentes y cuerpo técnico del Real Zaragoza son tontos y no lo saben ver y vamos a dejar escapar al futuro capricho del Chelsea y no nos hemos enterado? ¿Se trata de una operación de imagen llevada a cabo por el entorno del joven jugador para revalorizarlo y lograr su debut antes de lo previsto por Marcelino? ¿Está el Real Zaragoza ahogado finacieramente y vamos a empezar a soltar lastre, como si esto fuese un e-bay casero en el que ponemos a la venta hasta el antiguo marcador de la Romareda? ¡Uf! ¡Qué mareo!
En tanto todo eso ocurre y más que no sabemos, el día del partido se acerca. Y eso sí es importante. Córdoba aguarda la visita del campeón y ese será el momento de volver a mirar todos en la misma dirección. Créame, estimado lector: pocas cosas me importan más ahora mismo que los tres puntos que vamos a conquistar dentro de dos días, pues ellos serán la llave más brillante para abrir la cerca que nos lleva al camino de regreso a casa. A Primera.
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