El Real Zaragoza ha vencido al CD Tenerife (1 – 0) en partido correspondiente a la Jornada nº 1 del Campeonato de Liga de 1ª División. El gol lo ha logrado Arizmendi en el minuto 74.
El partido que ayer disputaron el Real Zaragoza y el CD Tenerife fue jugado bajo la atenta mirada de un zaragocismo que aún se está despertando de la maldita pesadilla que vivimos la temporada pasada. Un miserable sueño capaz de arrancarnos a tiras las entrañas a una afición leal y perseguida por el infortunio de un tiempo a esta parte pero que anoche pudo comprobar que algunoas incertidumbres han muerto.
Vimos un partido abierto y comprometido, en el que nuestros jugadores mostraron una voluntad irrenunciable de aplicar el mandato de Marcelino: orden, presión, rapidez, status y actitud. Sabiendo que jugamos lo qe algunos llaman “La tercera Liga”, el equipo quiso mostrarle al mundo que saben cuál es su deber y que a ello se van a aplicar.
Los dos tramos iniciales de ambos tiempos, pongamos que hasta el minuto veinte de cada período, el Real Zaragoza le imprimió un ritmo desvergonzado y lleno de generosidad ante un equipo, el canario, al que también le gusta jugar al fútbol. Descubrimos que poseemos unos jugadores, los veteranos, que aún recuerdan, y muy bien, el abecé del diccionario “Marcelino”, y otros, los nuevos, que se han puesto a la faena con aplicacióny voluntad. Porque podemos acordar que Abel Aguilar, sin estar todavía al nivel que mostró en el Hércules, apunta a jugador equilibrante y poderoso; que Pennant es un extremo puro, de los de toda la vida y que además pone unos centros como hace años no veíamos por aquí; que Uche tiene una potencia y una explosividad que, bien argumentadas, pueden ser muy útiles al equipo y que Laguardia es un pedazo de jugador que promete muchas cosas y todas buenas. Y Carrizo, que aportó dos senacionales intervenciones que nos proporcionan confianza y tranquilidad.
Y así transcurrió el partido, entre el esfuerzo, la voluntad y la decisión de hacer las cosas bien de todos, que sirvió para conducir el partido a terrenos favorables. Por eso, cuando salió Ander y le puso al encuentro esa pizca de genialidad a la que nos hemos acostumbrado ya (porque uno se acostumbra en seguida a lo bueno, claro), la Romareda se vino abajo. Y lo hizo porque Arizmendi, luchador y gallardo, como ya lo estuvo la temporada pasada, empujo con metálica decisión el balón hast el fondo de la portería de una portentoso Aragoneses y logró el gol que nos supo a gloria y que nos ha proporcionado los tres primeros puntos.
.El partido que ayer disputaron el Real Zaragoza y el CD Tenerife fue jugado bajo la atenta mirada de un zaragocismo que aún se está despertando de la maldita pesadilla que vivimos la temporada pasada. Un miserable sueño capaz de arrancarnos a tiras las entrañas a una afición leal y perseguida por el infortunio de un tiempo a esta parte pero que anoche pudo comprobar que algunoas incertidumbres han muerto.
Vimos un partido abierto y comprometido, en el que nuestros jugadores mostraron una voluntad irrenunciable de aplicar el mandato de Marcelino: orden, presión, rapidez, status y actitud. Sabiendo que jugamos lo qe algunos llaman “La tercera Liga”, el equipo quiso mostrarle al mundo que saben cuál es su deber y que a ello se van a aplicar.
Los dos tramos iniciales de ambos tiempos, pongamos que hasta el minuto veinte de cada período, el Real Zaragoza le imprimió un ritmo desvergonzado y lleno de generosidad ante un equipo, el canario, al que también le gusta jugar al fútbol. Descubrimos que poseemos unos jugadores, los veteranos, que aún recuerdan, y muy bien, el abecé del diccionario “Marcelino”, y otros, los nuevos, que se han puesto a la faena con aplicacióny voluntad. Porque podemos acordar que Abel Aguilar, sin estar todavía al nivel que mostró en el Hércules, apunta a jugador equilibrante y poderoso; que Pennant es un extremo puro, de los de toda la vida y que además pone unos centros como hace años no veíamos por aquí; que Uche tiene una potencia y una explosividad que, bien argumentadas, pueden ser muy útiles al equipo y que Laguardia es un pedazo de jugador que promete muchas cosas y todas buenas. Y Carrizo, que aportó dos senacionales intervenciones que nos proporcionan confianza y tranquilidad.
Y así transcurrió el partido, entre el esfuerzo, la voluntad y la decisión de hacer las cosas bien de todos, que sirvió para conducir el partido a terrenos favorables. Por eso, cuando salió Ander y le puso al encuentro esa pizca de genialidad a la que nos hemos acostumbrado ya (porque uno se acostumbra en seguida a lo bueno, claro), la Romareda se vino abajo. Y lo hizo porque Arizmendi, luchador y gallardo, como ya lo estuvo la temporada pasada, empujo con metálica decisión el balón hast el fondo de la portería de una portentoso Aragoneses y logró el gol que nos supo a gloria y que nos ha proporcionado los tres primeros puntos.