Un partido de fútbol jugado en  sábado, a las 6 de la tarde, al mismo tiempo que junto a ti se están  jugando la vida otros siete equipos es una ejericicio de estrés extremo  que servidor, por ejemplo, no estaba dispuesto a vivir. Y no lo viví…al  completo.  Porque recuerdo lo sucedido hace ahora justamente un año,  cuando mi Real Zaragoza también se jugaba la vida en un apasionante  encuentro frente al Tenerife, en un choque en el que despedimos al Gran  Capitán Charly Cuartero y que finalizó empatado (1 – 1). Mi tensión  arterial surió un ataque frontal que mi sistema empático trató de  amortiguar y lo consiguió, pero la experiencia fue lo suficientemente  significativa para no repetir riesgo. Y ayer no lo corrí. (leer +)
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