viernes, 23 de mayo de 2008

Ha pasado la tormenta urgente. Volverás.

"Es domingo. La tarde, gris, desgastada, prisionera entre las voces que se apagan y la tristeza pastosa que nos ahoga, dedica sus últimas luces a los pocos enamorados que ocupan las calles.
Por lo demás, el dolor agrieta nuestros rostros que pronto olvidarán que fuimos un equipo hecho con el polvo de las estrellas. El Real Zaragoza acaba de caer derrotado en un campo de batalla ahora húmedo, por las lágrimas de nuestros combatientes. Hoy morimos.

Hacía muchos años que no descansaba mi dolor en las riberas del Ebro. Hoy nuestro río, más nuestro que nunca, me ofrece su silencio cuando acaricia el Pilar para que aquellos que no encontramos consuelo sepamos que volverá a haber días claros y fuertes en los que poder escribir: "Zaragoza no se rinde". Hoy, decía, la noche será más negra que nunca."

Estos dos párrafos los escribí hace cinco días con el alma herida por esa araña cautelosa que tejió la más sobresaltada pesadilla en las esquinas de nuestros sueños. No soy capaz de encontrar al dueño de las culpas que nos maniatan. Tampoco me importa. Sólo puedo dejar fluir la miseria por mi corazón como si los cascos de cien caballos desbocados amenazasen mi vida y escribir, como lo hizo Benedetti:

"Aunque nos olvidemos
de olvidar
seguro
que el recuerdo nos olvida".

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