viernes, 18 de febrero de 2011
El mismo miedo de siempre
Rompí ayer la cara de tonto que se me quedó el domingo. La rompí y la arrojé al cubo de la basura emocional, ese en el que guardo todas las decepciones que mi Real Zaragoza me regala. Hacía tiempo que no vivía una y es que uno se acostumbra en seguida a lo bueno. Varios partidos sin caer derrotado y cuatro victorias de cinco eran un bagaje muy atractivo, una historia de amor a la que uno se apunta en seguida.
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