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Pablo Amo y Marko Babic son los dos últimos fichajes del Real Zaragoza, si bien éste último llega a prueba. Se trata de dos jugadores que no se ajustan al perfil anunciado en su momento por Antonio Prieto ni deseado por el zaragocismo. Tampoco por mí.
Pablo Amo es un defensa maduro que en los últimos meses ha sufrido alguns lesiones de importancia que le han impedido rendir bien. Buen jugador de equipo, buscado y solicitado por Marcelino la pasada temporada, llega ahora a nuestro equipo con un signo de interrogación enorme bajo el brazo. Eso sí, es unos de esos muchachos que, si encuentran su lugar en el mundo, puede convertirse en una pieza importante en el grupo. ¿Conclusión? Hum, genera dudas.
Marko Babic es un lateral/interior croata de interesante pasado, precario presente e incierto futuro. Si bien es verdad que ha jugado más de cuarenta partidos con su selección y que ha participado en otros tantos encuentros de Champions League, también es relevante saber que ha jugado apenas veinte partidos oficiales en los dos últimos años y esa no es la mejor tyarjeta de presentación.
He escrito en muchas ocasiones que nos faltan muchos datos para poder interpretar las razones de las decisiones que se toman en el mundo del fútbol, uno de los universos seguramente más crípticos y enrevesados que el ser humano habita, por lo que no nos queda más remedio que interpretar algunos gestos o ciertos signos. En este caso aún entiendo menos lo ocurrido, sobre todo en el caso del jugador balcánico, un muchacho en franco declive que no logró triunfar ni siquiera en el Betis la temporada pasada, hecho este que nos ofrece muchas incógnitas. Y no estamos para preguntas sin respuesta, la verdad.
Añadimos a todo esto que el fichaje de Canella parece más difícil y que ya son varias las operaciones fallidas que llevamos en la cartera para acabar pensando que hay cierto atasco en los despachos. Eso sí, el atasco afecta a todos los despachos de la Liga, lo que no es consuelo pero sí ayuda a entender algunas cosas. La esperanza que me queda es creer que aún quedan dos o tres fichajes importantes por producirse y que los recién llegados son piezas secundarias de un puzzle que ahora nos parece un tanto mediocre pero que acabará siendo interesante.
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