jueves, 28 de febrero de 2008

Matuzalem, la esperanza encendida

(Este artículo ya lo publiqué en Julio de 2007, pero estos días alcanza todo su sentido. Sea.)

Hace mucho tiempo, en un país lejano, habitaba una estrella fugaz que acostaba su fulgor en las laderas del ingenio. Su cuerpo procuraba recorridos imaginados y su cabeza menuda albergaba sonrisas amplias provocadoras que lograban alterar el nervio del adversario y, a veces, la templanza de los propios. Un día, esa estrella fugaz inquieta y a menudo mágica quiso cambiar el rumbo de los planetas y le dijo al dios que gobernaba sus días que los caminos andados le quedaban estrechos y necesitaba recorrer valles más amplios y escuchar voces más recias.

Matuzalem promete ser capaz de las mayores genialidades (lo deseamos) y las menores mediocridades (lo tememos). He tenido ocasión de difrutar algunos vídeos en los que se ve a un jugador mágico con el balón, eléctrico en sus movimientos, exquisito en el regate, poderoso en el chut, preciso en la estrategia y decidido en la combinación, pero también he echado en falta el músculo añorado y la fortaleza anunciada. ¿Será Matuzalem el guerrero necesario? ¿Logrará sostener al equipo en aquellos momentos en que la temporada pasada se derrumbaba? Son dos cuestiones que procuran incertidumbre y necesitan rápida respuesta.

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