domingo, 8 de febrero de 2009

Real Sociedad, 1 - Real Zaragoza, 1 (crónica del partido)


Se diría que se mueren las dudas

(por Juan Antonio Pérez-Bello)

El Real Zaragoza y la Real Sociedad empataron (1 - 1) en partido correspondiente a la 23ª Jornada del Campeonato Nacional de Liga de 2ª División celebrado ayer, sábado, en el Estadio de Anoeta. El gol del Real Zaragoza lo logró Ewerthon al transformar un penalty en el minuto 90.


Vuelve el fútbol, vuelve el tesón, vuelve el esfuerzo común. El encuentro que ayer disputó el Real Zaragoza fue un paso más en este ácido recorrido que estamos completando semana tras semana y que ofrece algunos destellos de luminosidad en medio de tanta tiniebla. Decir que el equipo aragonés jugó bien es ofrecer un homenaje a la verdad. Con sus limitaciones, menos evidentes ayer, y con sus déficitis los jugadores interpretaron un partido pleno de intención y combinación. Intención porque desde el primer minuto quisieron el balón, quisieron jugar, quisieron vencer, y combinación porque en todo momento buscaron el apoyo, el aliado, el pase solidario, la jugada completa. Hubo momentos en que se trenzaron jugadas de veinticino pases, todos ellos pacientes, todos ellos meditados, y para que eso se dé tiene que existir un espíritu de equipo bordado con la rabia del sufrimiento vivido en las últimas semanas.

Diré que me pareció que este Real Zaragoza se está desperezando, que se está quitando de encima una dolorosa losa que llevaba por nombre Ricardo y por apellido "Eldelapegada", que se está desembarazando de una espinosa sombra que lleva por nombre Real Zaragoza 2007-2008 y por apellido "Militogarcíamatuzalemaimarylosdemás", que en gloria estéis pues nos abandonásteis en este infierno que nos quema pero que estoy empezando a pensar nos purificará. Y eso es lo que atisbo: un Real Zaragoza más fresco porque es más humilde; más atrevido porque es más pequeño; más solidario porque es más pobre.

Veíamos la primera parte y aplaudíamos cada intento, cada regate, cada ayuda. Veíamos a jóvenes jugadores que circulaban la pelota y llegaban al área de la Real Sociedad con más peligro que otras veces. Su portero solucionaba hasta cuatro situaciones de peligro real y obligaba a los donostiarras a jugar poniendo dos líneas de cuatro y cinco jugadores y esperar alguna ocasión para hacer daño. Y esa ocasión llegó y nos hicieron gol. Y el equipo acusó el golpe, pero a los pocos minutos levantó la mirada, acogió el descanso y afrontó la segunda parte con la bravura necesaria para no reblar.

La segunda parte la esperamos esperanzados. Confiábamos en la reacción del equipo tras ese golpe en el mentón que había supuesto el gol donostiarra. Y no nos defraudó, pues los jugadores se esforzaron, siguieron trabajando y creando ocasiones y Marcelino acertó con sus decisiones. Salió Ander, que aportó sabiduría, talento y calidad y después lo hicieron Caffa y Braulio, cuyas presencia supuso una serie de modificaciones tácticas que ayudaron a que el Real Zaragoza prosiguiera trabajando y esforzándose por lograr algo positivo. Lo hizo y aunque el penalty pitado sea tema de discusión entre el Monte Igueldo y el Moncayo, nadie podrá discutir la justicia del resultado final.

Se llegó al final y las sonrisas de mi cuadrilla de amigos zaragocistas, entre los que hay optimistas redomados, escépticos ocasionales y cenizos impenitentes, eran la señal más clara de que aquello que habíamos visto nos había gustado. ¡Porque mira que es difícil que haya unanimidad en mi peña! Pues bien, ayer la hubo y fue así porque el Real Zaragoza se nos mostró como un equipo, ahora sí, capaz de dar mucho y algo muy importante: me ratifico en mi idea de que el "desencanto" mostrado por Marcelino estos últimos días no es sino una puesta en escena muy pensada cuyo único fin es, era, reactivar al grupo. De momento, llevamos cuatro puntos cuando hace unos meses llevábamos sólo uno. Eso son matemáticas y a veces la ciencia también ayuda a andar y a cubrir este polvoriento camino que nos lleva de vuelta a casa. A Primera.
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