Vuelvo, volvemos. Un denso recorrido por la paz y el sosiego estival el que hemos podido disfrutar. Salpicados los días con alguna noticia lejana, descubro a mi regreso que este Real Zaragoza comienza la temporada con pereza, como quien no acaba de creerse que ya ha amanecido y el nuevo día nos obliga al esfuerzo y el trabajo. Pereza y cierta indolencia. Espero, deseo y hasta anhelo que esto no sea sino un mal reflejo de un espejo aún por construir. De momento, al momento, subimos el telón de un largo, emocionante y exigente camino. Que la Virgen del Pilar, como deseó nuestro capitán el pasado jueves, sea nuestra mejor compañera. Que nunca nos sintamos solos.
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