viernes, 7 de noviembre de 2008

La voz de los grandes


Dicen los cronistas deportivos de la ciudad que a Marcelino aún le duele la derrota de Gerona. Ha mostrado un semblante serio y enérgico estos días y no hay ocasión que desaproveche para recordarles a sus jugadores, finos perfiles de nácar sellados con un escudo glorioso, que ahora es tiempo de garras afiladas y colmillos ávidos de piel ajena. Ayer mismo los reunió en la Sala de Prensa de la Romareda y les presentó casi dos horas de partido muerto y sonrojante, que eso fue el encuentro frente al Gerona, seguramente con el objetivo de abrirles los ojos a la negrura de una categoría a la que de vez en cuando le damos la espalda, como negando la verdad absoluta. Lo entiendo, pues es humano no ver la evidencia cuando ésta nos araña el alma, y es comprensible que tras tres victorias consecutivas el corazón se duerma y los latidos se ralenticen. Sin embargo no hay conmiseración con los fuertes y la bofetada llega con la misma fuerza con que olvidamos que existe. Y eso pasó en Montilivi. Por eso, Marcelino aúlla en el vestuario y tala con su mirada de acero a sus muchachos. Que sea para bien.

Una de las primeras consecuencias son los cambios en la alineación. Si los despachos no lo remedian Oliveira verá el partido sentado en el palco y, por otra parte, Ayala asoma su flequillo patagónico en las filas de la retaguardia, según hemos podido intuir. Además, Arizmendi acompañaría a Ewerthon en la delantera y Jorge López jugaría en el medio centro, dando paso a Songo'o en la banda y procurando un nuevo aire a nuestro equipo. Nuevo, que uno no sabe si mejor. En cualquier caso, tengo plena confianza en Marcelino y su capacidad para exigirle al equipo más consistencia, más solidez, más esfuerzo. Aquí, queridos, no gana el más guapo, sino el mejor y el mejor tiene que demostrar que lo es cada día. Sólo de este modo podremos acortar el camino que nos lleve a casa. A Primera.

P.S.: MARCA publica hoy una interesante entrevista a Marcelino.
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