domingo, 12 de abril de 2009

Castellón, 1 - Real Zaragoza, 1

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La roca de la agonía
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Este nuestro Real Zaragoza parece empeñado en convertirnos en adoradores del Mito de Sísifo, el astuto rey de Éfira que pagó sus miserias condenado por los dioses a empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo, y Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio.

Este horrendo castigo lo tuvo bien merecido, pues su falsedad y falta de escrúpulos le llevaron a semejante infierno, pero no es tan seguro que el zaragocismo sea digno reo de tal eternidad. No es seguro, pero sí está siendo habitual que cuando parece que vamos a tocar el Cielo la pesada piedra resbala una vez más y cae rodando por la ladera de nuestros miedos. Y vuelta a empezar.

Ayer, el Real Zaragoza se enfrentaba al Castellón en Castalia. La Fortuna se había aliado con nosotros y todo, absolutamente todo, señalaba al firmamento de la Gloria, pues no otro escenario se asomaba para vivir la más placentera de las semanas. El Real Zaragoza ganaba 0 - 1, quedaban dos minutos, el balón era nuestro, Tonidoblas lo pidió...y Pulido rasgó nuestro corazón con una torpe puñalada que dolió como el beso negro de la muerte. Cuando todos sosteníamos la sonrisa del éxito, complacidos con semejante horizonte, la tormenta que cubría el cielo levantino descargó su ira y se rió de nosotros. Una vez más.

El Real Zaragoza había jugado un buen partido. Había combatido contra todas las adversidades con pundonor y coraje y había convertido en victoria un partido feo, bronco, embarrado por arriba y por abajo y apto sólo para excelsos guerreros. Había controlado el juego, se había adelantado en el marcador, había soportado con sangre seca la violencia de los jugadores castelloneros (ahí queda para la historia la salvaje entrada de Baigorri a Braulio o las sucesivas agresiones que sufrieron los jugadores zaragocistas ante la impávida mirada de un árbitro y, sobre todo, dos jueces de línea muy mal ubicados y peor aprendidos), pero nada de eso fue suficiente. Bastó un mal gesto, un detalle de falta de calidad por parte de Pulido para que todo se fuese por el desagüe. Es cierto que no vamos a crucificar a un jugador por una sola jugada, pero no es menos verdad que su error nos ha costado dos puntos y eso duele. Duele hasta el delirio, pues hoy podríamos estar tocando el Sol con los dedos del Ascenso y, sin embargo, aquí seguimos, haciendo cuentas, elucubrando con lo que deben hacer (o mejor, no hacer) el Rayo y el Tenerife y diciéndonos en voz alta que no pasa nada, que hay que hacer bueno este punto venciendo el sábado que viene al Nástic y levantando el ánimo de ese grupo que, espero, no esté alicaído sino con los dientes apretados y las venas a punto de estallar convencidos del éxito final.

Si el partido fue propicio para la victoria también podemos decir que se puso muy feo desde el principio: muy mal tiempo, campo impracticable, dos lesionados importantes, un arbitraje infame y la mala suerte acechando hasta el momento fatídico final. El Real Zaragoza debió "matar" el partido antes, debió cerrar el encuentro con un segundo gol, debió evitar que la mala pena llamase a nuestra puerta, pero fueron demasiados los inconvenientes. Y Marcelino. Sé que muchos zaragocistas criticarán el tercer cambio, que muchos pedirán a gritos una explicación por la no salida de Ander por Caffa o, incluso, por qué no salió Paredes por Pignol, horrible toda la tarde. Bien, aceptemos todas las opiniones, pues en esto del fútbol todos tenemos razón o, por lo menos, razones, pero yo creo que Marcelino hizo lo que creyó mejor. Salió mal, sí, pero salió mal porque hubo un error individual. No haremos sangre, pero el error existió y me imagino que el propio Pulido ya habrá purgado el desastre con una muy mala noche, así que aquí cierro el debate.

El sábado que viene el Real Zaragoza va a vencer al Nástic. Lo hará con sufrimiento, con dolor, agónicamente, seguro, pero venecerá. Y seguiremos en la lucha, porque por si alguien aún lo dudaba, esto va a ser un sin vivir hasta Junio, un estremecedor camino que espero recorramos juntos y nos lleve, de nuevo, un año después, a casa. A Primera.
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1 comentario:

goloviarte dijo...

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por cierto soy de Zaragoza