Alberto Zapater es futbolista porque el cielo que cobija su corazón se lo ordenó. Fue una voz anchurosa, como la tierra que lo acogió, la misma tierra que aleja el horizonte por tratarse de la línea que limita. Fue una voz que vertió en su pecho las palabras justas y precisas, necesarias además, que le hicieron sentir la obligada fuerza con que cabalga cada semana en busca de entuertos que desfacer.
Alberto es un muchacho crudo, extraído de los muchos surcos que se adormecen en las llanuras de las Cinco Villas. Sus piernas poderosas y curvas como un meandro lánguido pronto despertaron la ambición de otro aragonés que buscaba un heredero a su propia historia. Víctor Muñoz señaló al juvenil y le encomendó la misión de ser estandarte fornido, luchador inagotado, campeón en justas despiadadas.
Cuando recibió el rayo olímpico del mister el imberbe jugador le miró con el gesto fiero y contundente, enarcó las cejas para confirmar el pacto y juró a los vientos cereales que aquel condado deseado por el enemigo sería siempre, mientras sus pulmones pudiesen, el más inexpugnable de los territorios. Elaboró un recorrido pedregoso para recorrerlo y logró crecer como el gigante que es, en sabiduría futbolística y en carácter de líder. Surgieron los mercaderes en media Europa y sus cantos áureos, plagados de monedas y oropeles, rozaron su vanidad. Él los rechazó, como una doncella altiva y segura del amor de su doncel, pero esta Cruzada que se llama Temporada 2007-2008 está siendo para él martirio doloroso que nunca imaginó. Quiere, pero no puede; se ofrece, pero nadie le acompaña; propone, pero hay quien le rechaza. Y después de cada derrota, que eso es no vencer, sus lágrimas secas se deslizan por las mejillas huesudas y polvorientas de este muchacho que transpira agua azul y blanca y cuyo león, el que dormita en su pecho, le recuerda una y otra vez que está llamado a ser guía de un club que que ya ha visto perder a demasiados caballeros en la batalla del mercado.
Le vemos sufrir en el campo y fuera de él y esa circunstancia debería ser argumento nunca ignorado para pensar que si hay un mañana zaragocista, debe estar acomodado al futuro del chico de Ejea. El Real Zaragoza necesita a Zapater y Zapater necesita al Real Zaragoza. Y que no volvamos a vivir, nunca, momentos Villa, momentos Cani, momentos Milito. Momentos adiós.
1 comentario:
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