El Real Zaragoza ha sido derrotado por Osasuna por 1 - 0 en el partido que han disputado esta tarde en el Reyno de Navarra de Pamplona. El encuentro se presumía áspero, terroso, bordeado de metálicas zancadillas y rugosas intenciones y lo cierto es que no ha abandonado el guión ni en una línea. Pero no voy a hablar del choque, ni de los aspectos futbolísticos, pocos, que nos haya podido ofrecer, pues no tiene uno el ánimo blindado para soportar tanta miseria.
Recuerdo bien que hace unos días escribí sobre lo agradable que resulta vivir en medio de la placidez que otorga la ausencia de emociones fuertes. Sin embargo, creo haber escrito también que en Pamplona íbamos a cosechar, pues la garra nos iba a compañar y el esfuerzo vivido frente al Athletic sería el más bravo de los alientos. Lamento haberme equivocado.
El Real Zaragoza no transmite. Si hace unas semanas éramos un volcán en plena erupción ahora somos un barbecho ausente de espíritu o un cauce reseco en el que no discurren ni las lágrimas de la desesperanza. Ha sido un partido para grabar y enviar a tu peor enemigo o para ubicarlo en la estantería de los despropósitos. No hay mucho más que decir. Si hace unas semanas implorábamos una victoria, hoy rogamos que una gota de alegría visite nuestros paupérrimos hogares. No somos merecedores de tanta mediocridad. Hoy es un día negro.
Recuerdo bien que hace unos días escribí sobre lo agradable que resulta vivir en medio de la placidez que otorga la ausencia de emociones fuertes. Sin embargo, creo haber escrito también que en Pamplona íbamos a cosechar, pues la garra nos iba a compañar y el esfuerzo vivido frente al Athletic sería el más bravo de los alientos. Lamento haberme equivocado.
El Real Zaragoza no transmite. Si hace unas semanas éramos un volcán en plena erupción ahora somos un barbecho ausente de espíritu o un cauce reseco en el que no discurren ni las lágrimas de la desesperanza. Ha sido un partido para grabar y enviar a tu peor enemigo o para ubicarlo en la estantería de los despropósitos. No hay mucho más que decir. Si hace unas semanas implorábamos una victoria, hoy rogamos que una gota de alegría visite nuestros paupérrimos hogares. No somos merecedores de tanta mediocridad. Hoy es un día negro.
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