El Real Zaragoza ha vencido al Athletic Club de Bilbao por 1 - 0, con un espléndido gol de Oliveira a pase de Milito. He visto el partido al calor del hogar, o sea, en casa, y debo decir que mi cuerpo se ha cosido al sofá con la misma fuerza con que el zaragocismo deseaba la victoria, con el mismo ímpetu con que golpeaba el balón Sergio Fernández, con la misma rapidez con que Sergio García rompía la cintura de los contrarios, con la misma vehemencia con que Ayala escupía el peligro del área, con el mismo arrojo con que César ha anulado los arañazos de los leones del Norte, con la misma valentía con que Milito ha conducido a sus amigos al combate.
Ha sido un partido sucio, manchado por la urgencia y oxidado por la categoría del rival, diseñado por una mente marrón y obtusa que ha venido a buscar los restos de una batalla que ha propuesto y en la que se ha visto derrotado con armas parecidas y con, eso sí, unas gotas de talento e inteligencia que son las que han marcado la diferencia.
El Zaragoza ha recogido el guante y se ha dicho a sí mismo y le ha dicho al adversario: "Muy bien, puesto que deseas que este encuentro sea un intercambio de golpes, golpeémonos, pero debes saber que nosotros, además, jugaremos al fútbol". Y ha sido. El equipo aragonés ha aprendido la lección, o la está aprendiendo, y se ha calzado el yelmo, pesado y curtido en mil batallas, y le ha dicho al mundo: "Nuestra sangre, nuestro sudor y también nuestra fe serán nuestros argumentos. Y nuestra sabiduría, pues sabios somos mas no débiles".
Hemos ganado y van 7 puntos de 9 posibles. Es una de las mejores noticias que hemos recibido en estos meses borrascosos y vendidos a los vendavales innombrables, y no es la hora de hablar de belleza, sino de victorias, así que hagamos bueno el trabajo hasta ahora cumplido y preparémonos para esa visita a Pamplona que, desgraciadamente, se ha convertido en un viaje hacia la miseria, el odio construído por la ignorancia y la barbarie y la violencia contenida de esos grupos que disfrutan mancillando nuestros símbolos y nuestra Historia. Pero mostremos nuestra mejor arma: la templanza, el sacrificio y el gusto por la belleza. Seremos campeones en el Reino de Navarra.
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