En el Portal de Valldigna se quedó mi esperanza
El Real Zaragoza ha caído derrotado en el partido que ha disputado frente al Valencia CF por 1 - 0 en partido correspondiente a la 36ª Jornada del Campeonato Nacional de Liga celebrado en Mestalla. El encuentro lo ha definido Silva después de recibir un pase de Baraja en un desajuste defensivo digno de peores tiempos.
Dicho esto, pareciera que se trataba de un partido más que da paso al siguiente sin otra herida que el rasguño que deja una derrota. Sin embargo, diré que ha sido la más dolorosa que este veterano zaragocista recuerda. No por lo que es, sino por lo que significa. Ver a mis jugadores jugar una primera parte propia de una ejército harapiento y desolado no es el mejor mensaje que la esperanza puede recibir. Si bien se jugaba con cierta intensidad en defensa, al margen del error mencionado, las pérdidas de balones eran frecuentes; asiduas, diría yo, y eso ha servido para construir, una vez más, a un equipo nada operativo en ataque, agotado en la creación y desarbolado como las naves de la Invencible en las costas británicas.
Podemos añadir el roto que le ha hecho al Real Zaragoza el Valencia cargando todo el juego por la banda defendida (¿defendida?) por Diogo y Óscar. Ha sido una juerga, un afetr hours levantino el que se han montado Villa y Silva a costa de estos dos jugadores, de tal manera que Villanova ha rectificado colocando a Sergio García por Óscar con el fin de taponar la hemorragia que estábamos viviendo, y ahí se ha recompuesto un poco nuestra figura.
Un primer tiempo, en fin, dislocado, hueco, con un nivel de imprecisión e ineficacia enorme, ofensivo, casi. Sólo la ocasión de Óscar (¡ay, Óscar!) en el minuto 45 ha len+vantado del fango alos seguidores zaragocistas, pero ahí hemos podido ver la ausencia de fuerza y energía dealgunas piezas de este grupo.
En el segundo tiempo Manolo Villanova ha recurrido al Plan B: Aimar, Matuzalem y Milito han entrado al campo, pero sus fuerzas eran muy pocas, muy escasas, muy nada y, aun así, ha contado el Real Zaragoza con dos ocasiones que casi le han proporcionado el empate. Ese que habría sabido a gloria puesto que las cuentas que nos hacíamos eran esas: puntito en Mestalla y victoria ante el Real Madrid. El Valencia ha respirado y nosotros hemos visto cómo los resultados de los otros campos nos beneficiaban en algunos casos (derrotas del Recre y de Osasuna) y nos molestaban en otros (victoria del Getafe y empate del Valladolid). Y esa es nuestra miseria, que ya no podamos contar mucho más del partido, sino que nuestras miradas se ajusten a las matemáticas y a los cálculos, viendo además que nuestros jugadores han pasado página rapidísimamente a Valencia y ya limpian sus armas para el combate del domingo. Del que ya hablaremos. Mientras eso sucede, sigo lamiendo mis heridas, que son tan profundas que no sé si llegaré presto al partido. Mi corazón me pide calma.
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