viernes, 2 de enero de 2009

La sabiduría de la ignorancia

(por Juan Antonio Pérez-Bello)
Quedan pocas horas para que la Liga vuelva a su ser y continúe deambulando torpemente junto a la triste figura que es este año ese caballero enjuto y desorientado que se llama Real Zaragoza. Estos días he tenido ocasión de repasar lo que ocurría en el zaragocismo hace algunos años y en estas mismas fechas y les aseguro que es un ejercicio interesante y que da luz a casi todas nuestras sombras. Por ejemplo. El 30 de Diciembre de 2005 Diario EQUIPO publicaba una relevante entrevista a Rubén Gracia "Cani". Vaya por delante mi admiración y mi gusto por el fútbol del zaragozano, a quien siempre agradeceré su atrevimiento y su arrojo con el balón, pero también les confieso que no pude por menos que esbozar una sonrisa de media comisura cuando leí esto:


Uno ya peina canas, expresión esta muy cursi que utilizamos los cursis cuando queremos decir que ya somos algo talluditos y que la experiencia nos aporta algunos gramos de ciencia cuando no podemos esgrimir otros argumentos, pero para la ocasión me vale. Quiero decir. He visto y leído bastante aunque nunca suficiente y este tipo de declaraciones, resaltadas hábilmente por el periodista pues es un buen reclamo para vender, y de eso se trata, qué carajo, suelen ser de esas que con el paso del tiempo se vuelven contra el emisor del mensaje. Yo no pretendo de ninguna manera sacarle los colores a nadie, y mucho menos a mi ensalzado Cani, pero reitero la leve sonrisa que provocan en mí este tipo de situaciones y, sobre todo, si esta misma semana las he vuelto a oir, si bien en esta ocasión en boca de un jugador de la cantera de quien hablan maravillas y que, parece ser, se puede convertir en protagonista en los próximos días a poco que se alineen los planetas y el sol abra las ventanas de la luz eterna. Me refiero a Ander Herrera.

El joven Herrera, a quien no he tenido ocasión de ver jugar nunca pues soy zaragocista en la diáspora y eso tiene sus limitaciones, respondió el pasado lunes a las preguntas de los periodistas de Aragón Radio y resolvió la cuestión acerca de su posible cesión al Huesca, fichaje por el Athletic o Getafe o, incluso, ascenso al primer equipo del Real Zaragoza, con un desahogado "soy zaragocista, siempre lo he sido, pero no soy tonto y si no me siento valorado en el Real Zaragoza bla, bla, bla", lo que provocó que casi se me cayera el pinganillo al suelo y junto a él mis ovejas blanquiazules que en ese momento iba contando para conciliar el sueño. ¡Rayos! ¡Esas palabras las he leído en algún lado! Y lo recordé. Y comparé. Y volví a esbozar esa sonrisa de la que hablaba antes. Y volví a darle otra vuelta a los planetas que merodeaban en torno a mi vigilia.

No sé si Ander es muy bueno o no. No sé si le beneficia o le perjudica que su padre se llame Pedro Herrera. No sé si acabará triunfando en el Real Zaragoza o cambiará los besos al escudo del león por los besos a los leones de Bilbao. No sé nada. Pero sí sé que, tal y como le escuché hace poco a Fernando Sanz, los jugadores son profesionales que están permanentemente en el escaparate y muchas veces tienen que hablar y con sus palabras disfrazar o resaltar o enmascarar o abrillantar ciertas realidades. Y también sé que el fútbol es un universo en el que todos tenemos razones, pero sólo el corazón de la hinchada tiene la razón. Y esa hinchada, o sea, los supporters, o sea, tú y yo, amigo lector, necesitamos leer versos en forma de gol y escuchar melodías en forma de victorias. Lo demás, queridos, son brindis al sol y por lo que sé y entiendo, este lleva una borrachera tremebunda después de tantos años.

Ander, si eres zaragocista, danos una alegría, hijo, que buena falta nos hace, y juega en el Real Zaragoza si tan bueno eres y tanto puedes aportar. Lo demás, es decir, o sea, si eres tonto o no, puedo asegurarte que al zaragocismo nos deja completamente indiferentes. ¿Y sabes por qué? Pues porque ahora mismo estamos atravesando el desierto de Nunca Jamás, ese mismo que atraviesan sin agua y sin fuerzas Nicole Kidman y Hugh Jackman en la debilucha película que se titula "Australia", y lo que necesitamos es que una vez que lo hayamos atravesado en el cartel de la ciudad a la que lleguemos se pueda leer: "Ascenso City, you're at home". O en otras palabras: "Bienvenidos a casa. A Primera".

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