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(por Juan Antonio Pérez-Bello)
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Los horizontes aparecen y desaparecen a voluntad de los dioses. Tras dos días de soportar un implacable calor, ayer llegó el fino viento del norte que borró el sofoco. Y no me refiero solamente al sofoco veraniego, sino también al sofoco futbolísitico. Los áridos vientos de la escasez de liquidez han sido desviados por, entre otras cosas, el sorprendente fichaje de Oliveira por Al Jaazira que le suponen al Real Zaragoza unos ingresos muy interesantes que permitirán afrontar algunos fichajes necesarios para la temporada que comienza en poco más de un mes.
Escribía el miércoles que todo sucede cuando la noche muere y soy de los creídos que el Real Zaragoza va a conformatr un atractivo grupo que nos va a proporcionar emocionantes tardes de fútbol. tengo esa fe, esa intuición, ese deseo convertido en necesidad, y con él vivo, lo que aporta placidez e ilusión. La llegada de Carrizo, el posible acuerdo con Cufré y, sobre todo, la certeza de que llegarán jugadores de los que ni siquiera hemos oído hablar aún son algunos argumentos que me hacen pensar en positivo. Pero, y sobre todo, lo que más confianza me da es saber que Marcelino y Antonio Prieto son dos personas que me transmiten seriedad y sentido común, aún sabiendo que en el fútbol no siempre es posible decidir lo que más conviene, sino lo que se está en disposición de decidir.
De momento el paisaje aparece un poco más azul que ayer y las ganas de ver fútbol van a obtener pronto respuesta, pues, para empezar, el lunes vuelven los nuestros de vacaciones y eso ya es aroma de competición. De vida.
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