lunes, 22 de septiembre de 2008

Real Zaragoza, 2 - Elche C.F., 0 (Crónica del partido)


La soberanía del fuego azul

El Real Zaragoza ha derrotado por 2 a 0 al Elche C.F. en partido correspondiente a la 4ª Jornada del Campeontao Nacional de Liga de 2ª División. Los goles los han conseguido Ewerthon, de penalty, y Caffa.

Dicen las crónicas que el partido ha finalizado en el mintuo 14, cuando el portero ilicitano ha derribado a Hidalgo en el área pequeña: penalty y expulsión. Dicen las crónicas que el Real Zaragoza ha ganado, pero que ha sido porque el Elche era muy malo y, además, menos. Dicen las crónicas que en el partido han brillado con luz propia Ewerthon y Jorgelópez. Dicen las crónicas, también, que es una victoria balsámica y que, por primera vez, hemos mantenido la puerta a cero. Dicen la crónicas tantas cosas...

Es cierto que el partido ha mostrado una cara muy amable con ese penalty justo e innegable que ha abierto las puertas del Cielo, pero así es el fútbol, un juego construído por pequeños detalles, tal y como ya escribíamos la semana pasada en el artículo "Roto por dentro", y que es capaz de dibujar los horizontes más amplios o esculpir el más amargo de los terraplenes por el que ruedan nuestras esperanzas. El partido se puso bien, muy bien, en el minuto catorce, pero también diremos que a esas alturas el Real Zaragoza ya había mostrado algunos gestos límpidos y sonrientes, ya había ofrecido ciertos guiños de reconstrucción, algunos detalles de equipo que quiere ser digno de la gallardía que exhibe su nuevo autocar. ¿Que Caballero lo puso más fácil? Sí, pero también lo estaba empezando a hacer más sencillo la velocidad y compromiso de Ewerthon, la elegancia de Jorgelópez, el pulso de Hidalgo y la creciente seguridad de Pulido y Pavón. En otras circunstancias, nuestro equipo habría sido incapaz de aprovechar la circunstancia, pero ayer, lo sé, comenzó a creer en sí mismo. Y nos lo ha empezado a hacer creer a los demás.

La vida en Segunda División es una bocanada de aire oxidado, pero si un equipo es capaz de aguantar la respiración mientras acaba de pasar la ráfaga de viento malhadado, ya ha logrado la mitad del triunfo. El Real Zaragoza necesita tiempo, Marcelino lo ha pedido, y yo, desde luego se lo voy a dar. Ayer fue tarde de victoria y yo no le pido más. La Gloria, ese manto dorado que cubre tan sólo a los dioses que lo merecen, no llegará hasta que bebamos de nuevo los elixires de la División de oro. Así pues, saboreemos estos tragos plácidos y breves, pues el banquete olímpico aún no nos es dado. Saboreemos, digo, estos sorbos casi clandestinos, pues los necesitaremos para emprender, con la fuerza del deseo, el camino de regreso a casa. A Primera.
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