. La última vez que el Real Zaragoza visitó Mestalla escribí dos sentidos artículos. Uno de ellos lo escribía 0 minutos del choque y lo titulé "Vida en Valencia". El segundo lo redacté después de sufrir una muy amarga derrota y lo llamé "En el Portal de Valldigna se quedó mi esperanza". Seguramente en aquel partido enterró el Real Zaragoza sus últimas bocanadas de aire antes de despeñarse por la vergüenza del partido ante el Real Madrid y la tragedia del partido frente al Real Mallorca y por eso reflejé con ilusión mis deseos en el primer caso y mi tristeza en el segundo. Porque conviene recordar que cuando fuimos a Valencia veníamos de disfrutar de aquel agónico triunfo frente al Deportivo, con el flamígero gol de Ayala que dio la vuelta al mundo. Por eso, la derrota en Valencia fue tan dolorosa.
Hoy, un año y medio después (parece que hace una eternidad), volvemos a Valencia, tierra tan querida por mí pues mi heredero tiene sangre y apellidos levantinos y mis mayores nacieron y aprendieron a vivir en el corazón de esa ciudad que me emociona y me seduce. Y lo hacemos con humildad, con sigilo. Y con ilusión. Parece que el equipo está calmado y seguro de sus posibilidades, sobre todo después de haber logrado una muy merecida victoria el pasado domingo y de haber vivido una semana modesta en lo informativo y fértil en lo deportivo. Y esa es una buena disposición, una buena forma de afrontar este partido.
Parece que Marcelino tiene decidido el equipo y tan sólo tiene una duda: Aguilar o Ewerthon. El segundo no le convence, ni en los entrenamientos ni en los partidos, pues parece que el brasileño se ha instalado en una especie de desgana que poco favorece sus intereses ni los del equipo, por lo que gana enteros la posibilidad del colombiano, menos goleador pero quizás más útil en ese planteamiento con el que Marcelino se siente más cómodo.
Ciertamente no es buena noticia que Ewerthon no esté en su mejor momento, pues su constribución sería muy valiosa y el Real Zaragoza ganaría en valor ofensivo, por lo que urge recuperarlo para la causa. Y no sólo para este partido, sino para una temporada que va a ser, ya es, complicada y dura. Sin embargo, Marcelino tomará, seguro, la decisión que más prestaciones le ofrezca, bien entendido que el espíritu del equipo debe ser el de un ejército aguerrido e impío que afronte la vida con la garra del león bien afilada. No es momento para flojeras. Es momento acero. Y, ¿quién sabe? Quizás mañana se produzca ese resultado que tanto se nos resiste en Valencia, en su viejo estadio de Mestalla, ubicado en la Avenida de Aragón (*) y construído sobre la acequia de Mestalla (**), dos detalles estos tan próximos a nosotros, dos coincidencias que paracen ser todo un guiño al futuro. Mañana, a las siete, todos con el Real Zaragoza.
(*) Mestalla está situado a la entrada de la carretera de Zaragoza, así como La Romareda lo está a la entrada de la carretera de Valencia. Una cuirosa coincidencia.
(**) El campo de Mestalla está construído en los terrenos de la acequia de Mestalla, del mismo modo que la Romareda lo está sobre el espacio de la acequia de La Romareda. Otra curiosa coincidencia.
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1 comentario:
Ay Juan!, me temo que, salvo bajón extremo del Valencia (que lleva unos cuantos), va a ser un partido en una solo direccion.
Enfrentarse a Mata/Pablo/Silva/Villa con la defensa que presenta a dia de hoy el Zaragoza es poco esperanzador.
Quizas la unica opcion es que en la porteria rival está el conocido Cesar, y eso siempre alivia. Aparte de los bajones que comentaba antes: el Valencia suele desconcentrarse y eso se puede aprovechar. Pese a ello, unos se pregunta: ¿con qué armas puede aprovechar nada el Zaragoza? ¿Arizmendi? ¿Ewerthon, en su papel de alma doliente?...
Por cierto, Tamudo ahi anda, esperando ofertas...
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