Estoy feliz. Nuestros jugadores han sido buenos vasallos porque ha habido buen señor y las voces que han escoltado al equipo han permitido que las estrellas ofrezcan todas sus caras al futuro.
Hoy el sudor ha borrado todas las dudas. El Real Zaragoza ha jugado un partido donde el compromiso ha sido la ley, el juego colaborativo ha podido con la desgana mostrada días atrás y todas y cada una de las líneas ha cumplido el objetivo para el que han sido concebidas. Ha mejorado la actitud y la sensación es que cada jugador ha jugado a lo que sabía, donde sabía y como sabía. Y el más sabio de todos, el entrenador.
Hoy estamos más cerca del final del túnel. Si todo siguiera así, dejaría de sentir el frío de la decepción y el calor de la sangre derramada alejaría la tristeza que durante tanto tiempo ha sido mi compañera.
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