El equipo desértico
Pues sí, queridos. Siento el aliento en la nuca de mis amigos, que me dicen que me leen y que, incluso, a veces hasta coinciden con lo que pienso. No importa, aunque fuera diferente seguiríamos siendo amigos.
Viene esto a cuento de la amarga tarde que nos ha tocado vivir. Y ha sido amarga no sólo por el resultado; no sólo por el juego del equipo; no sólo por la (escasa) rasmia que han demostrado nuestros jugadores. No. Con ser grave todo eso, no lo es tanto como la sensación de derrota solidaria que todos tenemos.
En fin. No es momento, aún, de escribir. No hay sangre en mis venas ni mi corazón tiene el latido para casi nada. Mañana será el comienzo de una semana acerada. No sé si acelerada.
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