A tus atardeceres azules

(por Juan Antonio Pérez-Bello).
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La última vez que el Real Zaragoza visitó el Camp Nou en partido de Liga lo hizo con un bellísimo equipo, repleto de figuras y bruñidos rostros que señalaban al Cielo de las Estrellas porque así lo había querido el propietario de nuestro club. Los Aimar, Matuzalem, Oliveira, Milito y demás gallardos donceles pisaron el césped del campo del Barça con una sonrisa en sus gestos y la confianza que daba considerarse a sí mismos los más guapos y prometedores del corral nacional. Y todo empezó bien, pues al primer gol culé le contestó con un precioso tanto nuestro Alberto Zapater, que se lo dedicó a su abuelo recién fallecido. Todo pintaba muy bien y recuerdo que en nuestra peña cantamos aquel golazo con el entusiasmo de los padrinos de boda que han pagado un estupendo banquete y lo van a estar recordando durante los próximos meses. Sin embargo...

Sin embargo, pronto se nos hizo de noche. Aquella noche, que prometía ser mágica, se transformó en una tenebrosa caverna en la que no sólo recibimos tres goles más, sino que una salvaje entreda de Touré Yayá acabó con la rodilla y el fútbol de uno de nuestros más finos centrocampistas, Matuzalem, y ahí, yo creo, comenzó el fin. Lo que había sido una prometedora apuesta por el fútbol, en el que, recuerdo muy bien, "el Real Zaragoza le va a discutir el balón al Barça", en palabras de Víctor Fernández, acabó en una tragicómica derrota que dio con nuestros huesos en el pozo del orgullo herido. Y a partir de ahí nada, pero nada de nada, nos iba a salir bien.

Dos años después y cientos de yardas recorridas por los polvorientos senderos del infierno futbolístico, regresamos al campo del Barça más catalanista de la Historia. Y lo hacemos depsués de haber desperdiciado una magnífica ocasión para colocarnos en una estancia bien cómoda de la clasificación desde la que preparar nuestro viaje al coliseo de las derrotas pantagruélicas. ¿O no?

Quizás hace algunas semanas habría sido una tontería soñar conl ograr algo positivo ante el Barça más potente de todos los tiempos, pero lo sucedido en las últimas jornadas, incluída la derrota sufrida por los nois de Guardiola ayer ante los desconocidos rusos, hace pensar que no corren vientos favorables por los alrededores de Can Barça y que eso puede ser una buena noticia. Ahora bien, lo que me hace pensar que el domingo puede ser un buen día, en palabras del cantante más culé de la patria de la sardana, no es que el Barça parezca estar poco fino, sino que el Real Zaragoza, a pesar de no confirmar las cosas con resultados, sí me proporciona buenas vibraciones, sí me aporta datos que me animan a soñar con lo mejor, sí creo que se crece ante los grandes aunque peque de cierta soberbia y orgullo mal entendido ante los "pequeños". Y eso, amigos, es un argumento que me invita a creer que el próximo partido puede ser un duelo bonito en el que podemos lograr uno o tres puntos. Y como lo creo, lo escribo.
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