La pérgola del éxito
Mi presidente, hombre sabio y experto en esto de la vida, me pide que escriba de otro modo. Mi presidente, a quien aprecio y a quien me gusta recordarlo como "El hombre tranquilo" del zaragocismo, es un zaragocista de la cabeza al corazón. Como tú, amable lector. Como tantos. Como los que creen que subiremos. Como los que aseguran que subiremos. Como los que confían en que subiremos. Es un zaragocista de león valeroso y colores eternos, aunque él confiesa que es más "tomate" que "avispa". Mi presidente, en fin, saltó de alegría ayer cuando nuestro Real Zaragoza consiguió tres goles y tres puntos y pidió una ronda más para sus amigos blanquillos, los pocos que esta temporada nos citamos en la sede de la Peña Zaragocista "Juan Señor" de Alcorisa para saborear, casi en la soledad del desierto frío y seco de esta Segunda División, los triunfos de nuestro equipo.
En esas estábamos, en paladear la victoria, cuando hicimos bromas y nos juramos el uno al otro que volverán esos partidos que atraigan a los parroquianos hasta nuestra sede para beber cerveza, comernos unas brasas y cantar los goles que le metamos al "Madrí", al "Barsa" o al "Aleti". "Volverán, Presidente, ya lo creo que volverán", le dije con esperanza y un puntito de ansiedad. "Volverán Juan, volverán", me dijo con seguridad y esa sonrisa que siempre le acompaña. Y después de ver el partido cada vez creo más en ello.
El partido me gustó, porque vi a los jugadores como esforzados trabajadores, como leales cumplidores de su obligación. Todos y cada uno de ellos hicieron lo que debían y ninguno apartó la cara cuando se acercaba la ocasión de hacer su trabajo. López Vallejo es ya ese portero en el que yo no creía pero ante el que hoy me descubro. La defensa ha ganado en solvencia y Ayala hace raya con su gallardía y su valor; Chus cumple cada día mejor su compromiso y Pulido y Paredes firman cada tarde con sudor y voluntad faenas sobrias y correctas. En el centro del campo Zapater está recuperando el aire en unos pulmones que habían perdido volumen, pero a día de hoy se parece más a sí mismo. Hidalgo no acaba de encontrar su sitio, pero cuando sale Gabi el mundo se equilibra y el universo zaragocista recupera todo el sentido. Las bandas tienen dueños: un clarividente Jorgelópez que aun sin cerrar partidos magníficos marca la diferencia y cuando vuelva por su senda será lo mejor de este Zaragoza y un Caffa que quiere romper esa especie de maldición que habla de él sólo como jugador revulsivo. Ayer jugó todo el partido y su rosca facilitó el esplendoroso gol de Fabián Ayala (su escorzo ya lo habría querido para sí Mantegna). Y la delantera.
Ewerthon ha aprendido a bailar una mezcla de samba y jota aragonesa cada vez que marca gol y ayer lo hizo por dos veces. ¿Alguien puede desear más? Rápido, meteórico diríamos, y con una punta de diagonalidad que lo convierten en un tipo muy peligroso. Y Oliveira, que no marcó, que hace tiempo que no marca, pero cuya presencia ya es por sí sola un argumento más que sólido. Las defensas tiemblan con su presencia y de eso nos beneficiamos todos.
Partido, pues, victorioso, necesario y que habla muy bien de este Zaragoza que cada día se solidifica un poco más y convierte su candidatura en la más consistente de la categoría, esa que vemos cada vez un poco menos nuestra porque sentimos cómo se acorta el camino de regreso a casa. A Primera.
En esas estábamos, en paladear la victoria, cuando hicimos bromas y nos juramos el uno al otro que volverán esos partidos que atraigan a los parroquianos hasta nuestra sede para beber cerveza, comernos unas brasas y cantar los goles que le metamos al "Madrí", al "Barsa" o al "Aleti". "Volverán, Presidente, ya lo creo que volverán", le dije con esperanza y un puntito de ansiedad. "Volverán Juan, volverán", me dijo con seguridad y esa sonrisa que siempre le acompaña. Y después de ver el partido cada vez creo más en ello.
El partido me gustó, porque vi a los jugadores como esforzados trabajadores, como leales cumplidores de su obligación. Todos y cada uno de ellos hicieron lo que debían y ninguno apartó la cara cuando se acercaba la ocasión de hacer su trabajo. López Vallejo es ya ese portero en el que yo no creía pero ante el que hoy me descubro. La defensa ha ganado en solvencia y Ayala hace raya con su gallardía y su valor; Chus cumple cada día mejor su compromiso y Pulido y Paredes firman cada tarde con sudor y voluntad faenas sobrias y correctas. En el centro del campo Zapater está recuperando el aire en unos pulmones que habían perdido volumen, pero a día de hoy se parece más a sí mismo. Hidalgo no acaba de encontrar su sitio, pero cuando sale Gabi el mundo se equilibra y el universo zaragocista recupera todo el sentido. Las bandas tienen dueños: un clarividente Jorgelópez que aun sin cerrar partidos magníficos marca la diferencia y cuando vuelva por su senda será lo mejor de este Zaragoza y un Caffa que quiere romper esa especie de maldición que habla de él sólo como jugador revulsivo. Ayer jugó todo el partido y su rosca facilitó el esplendoroso gol de Fabián Ayala (su escorzo ya lo habría querido para sí Mantegna). Y la delantera.
Ewerthon ha aprendido a bailar una mezcla de samba y jota aragonesa cada vez que marca gol y ayer lo hizo por dos veces. ¿Alguien puede desear más? Rápido, meteórico diríamos, y con una punta de diagonalidad que lo convierten en un tipo muy peligroso. Y Oliveira, que no marcó, que hace tiempo que no marca, pero cuya presencia ya es por sí sola un argumento más que sólido. Las defensas tiemblan con su presencia y de eso nos beneficiamos todos.
Partido, pues, victorioso, necesario y que habla muy bien de este Zaragoza que cada día se solidifica un poco más y convierte su candidatura en la más consistente de la categoría, esa que vemos cada vez un poco menos nuestra porque sentimos cómo se acorta el camino de regreso a casa. A Primera.
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